sábado, 28 de febrero de 2009

CUATRO DUBLINESES, Richard Ellmann

En Cuatro dublineses (Tusquets Editores, 1990, trad. Antonio Prometeo-Moya), el crítico Richard Ellmann, el primer estadounidense en acceder a una cátedra de literatura inglesa en la Universidad de Oxford, revela las «conexiones dublinesas» entre cuatro grandes genios que revolucionaron la literatura del siglo XX. Oscar Wilde, W.B. Yeats, James Joyce y Samuel Beckett son retratados aquí a través de aspectos poco conocidos de sus vidas y aparentemente poco relevantes, pero que constituyen verdaderas cargas de profundidad en el marco de una sociedad represora. En particular, la religión, tanto católica como protestante, actúa como agente inhibidor contra el cual los cuatro luchan desde distintas posiciones, pero armados con la eficaz arma del lenguaje. La idea del pecado que contamina de sombras las opciones o los gustos sexuales de los cuatro sin resolver o acaso radicalizando la soledad existencial que los embarga y que se traduce en las formas y contenidos de sus obras. Soledad y desazón que bien expresa Yeats cuando escribe Una asquerosa cabeza cabruna y un brazo bárbaro aparecen, / vientre, espalda, culo, /veloces como peces; ninfas y sátiros / copulan en la espuma.

jueves, 19 de febrero de 2009

SIDDHARTA, Herman Hesse

Tras la Primera Guerra Mundial y bajo el influjo de su tradición filosófica, surgió en Alemania la llamada bildungsroman o «novela iniciática», cuya médula narrativa es un recorrido espiritual hacia el conocimiento del mundo. Con el precedente de Las tribulaciones del joven Törless (1906), del austríaco Robert Musil, Thomas Mann, La montaña mágica (1924), y Herman Hesse, Demian (1919), encabezaron este movimiento innovador que caló en el espíritu de las jóvenes generaciones desde entonces. El mismo Hesse, en 1922 dio a conocer Siddharta (Bruguera, 1978, trad. Mª Monserrat Martí Brugueras), una novela que narra el recorrido espiritual de un joven, hijo de un brahman, en busca del conocimiento. El hastío frente a un mundo convulsionado por la violencia y el absurdo ya no es síntoma de un grupo minúsculo sino un sentimiento cada vez más generalizado en la sociedad occidental. Ante esto, Hesse mira a Oriente y ve en las enseñanzas de Buda un punto luminoso que ayudará, en la medida que cada individuo sea capaz de meditar y renunciar a todo aquello que lo ata al mundo, a encontrarse a sí mismo en comunión con el universo. Cuando asistimos no sin escándalo a la banalización de todos los sentimientos humanos, la degradación de los valores morales y a su conversión en un burdo espectáculo público; cuando asistimos que los gobiernos y las grandes religiones protagonizan una soberbia ceremonia de la confusión, la lectura de este libro constituye un bálsamo y, acaso para muchos, un alegato en favor de la esperanza en el ser humano. «Creía [Siddharta] que comprender las causas era precisamente pensar, y que sólo a través de la razón los sentimientos pueden convertirse en sabiduría, es decir, que no se pierden, sino que se transforman en sustancias y empiezan a irradiar su contenido». Es decir, el pensamiento, la meditación y la comprensión del mundo son los instrumentos para atisbar la sabiduría y la paz espiritual.

domingo, 8 de febrero de 2009

EL DINERO, John Kenneth Galbraith

El espectacular crash de la economía capitalista mundial tiene su origen no sólo en los hechos concretos que la han desencadenado -guerra de Iraq, lucha por el control de las fuentes energéticas, especulación inmobiliaria, ingeniería financiera- sino en la falta de ética de la tendencia que ha prevalecido desde el principio en la doctrina ultraliberal impulsada por los Chicago boys encabezados por Milton Friedman.
Creo que la lectura (o relectura) de El dinero (Ediciones Orbis, 1983), de John Kenneth Galbraith resulta esclarecedora para comprender los mecanismos perversos de una doctrina económica factualmente inhumana. Horroriza pensar que EE.UU. utilizó el golpe militar de 1973, encabezado por el general Augusto Pinochet en Chile, para crear un campo de experimentación y aplicación de los métodos de esta doctrina «sin oposición de ninguna naturaleza».
«Como conservador devoto y de principios, el profesor Friedman veía en la política monetaria la llave de la fe conservadora. No requería la intervención directa del Estado en el mercado», escribe Galbraith. Los Estados anoréxicos fueron el objetivo del monetarismo salvaje que se aplicó desde finales de los años setenta hasta ahora y que sumió a casi todos los países del llamado Tercer mundo en dramáticas quiebras. Los excesos, no obstante, acabaron por alcanzar al Primer mundo y es ahora cuando se habla de crisis. Es ahora cuando los Estados a través de sus gobiernos salen con dinero público a ayudar a las empresas privadas y a los bancos, pero sin tocar la propiedad que es la que, en definitiva, impone las decisiones. ¿Sin control de la propiedad pueden los gobiernos exigir a los bancos a quienes han de dar sus créditos?

domingo, 1 de febrero de 2009

MUNDO SUBLUNAR, José Di Marco


Mundo sublunar (Cartografías, 2007) es un pequeño y denso poemario de José Di Marco. Este libro es un diálogo íntimo entre el alma y el cosmos situados en ese inefable lugar donde el silencio y la vida no pueden evitar la fugacidad y el caos. Un lugar en el espacio/tiempo donde el presente es una intermitencia y el poema un efecto que ofrece «una perspectiva inédita de las cosas».

José Di Marco es una de las personalidades más interesantes de la poesía argentina contemporánea. Su trato con el lenguaje, su bagaje cultural y su conocimiento de las tradiciones poéticas le dan un soporte primordial para expresar con sencilla originalidad, no exenta de humor en ocasiones, la suerte y la condición del ser humano en el campo de una sociedad íntimamente fracturada por el dolor de lo que dijo saber tardíamente y el aplastante peso de la falacia política. «Esa cosa no era una piedra instalada en el interior / de la cabeza que pudiera extraersa con pizas al rojo vivo», escribe en uno de sus poemas y en otro concluye «Aquí estamos para ser una derrota que habla. / Una voz que raspa sus muñones / en los desfiladeros de la náusea».