martes, 24 de marzo de 2009

POESÍA COMPLETA, Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik (1936-1972) es acaso la mayor poeta argentina del siglo XX. Su Poesía completa (Editorial Lumen, 2001. Edición a cargo de Ana Becciú), despliega ante nosotros una obra tan potente como desgarradora. He desplegado mi orfandad / sobre la mesa, como un mapa. /Dibujé mi itinerario / hacia mi lugar al viento. / Los que llegan no me encuentran. Los que espero no existen, escribió como si pretendiese fijar las pautas básicas de una poética señalada por su propia vida. Sin embargo, como bien afirma César Aira en la biografía que le dedicó, Pizarnik supo forjarse un personaje que se acomodó progresivamente a la intensidad de su poesía hasta que finalmente ésta la devoró. De aquí el equívoco, cuando se la lee, de identificar su obra con su vida y la inestabilidad y fragilidad psíquicas que la condujeron al suicidio. Escribes poemas / porque necesitas / un lugar / en donde sea lo que no es, escribió en uno de esos poemas no recogidos en ningún libro. Es decir, encontrar esa existencia en la que pudiera reconocerse y acabar con su incomodidad existencial: Quiero existir más allá de mí misma; con los aparecidos. / Quiero existir como lo que soy: una idea fija. Quiero ladrar, alabar el silencio del espacio al que se nace. Y de tanto intentarlo logró, con una sobredosis de somníferos, decir adiós sujeto y objeto, y hundirse en la noche abismal de su propia poesía.

martes, 17 de marzo de 2009

BLADE RUNNER


La visión de Blade Runner, de Ridley Scott, supuso un gran impacto. No era, como reconoce su director en la entrevista reproducida en el libro del mismo título (Tusquets, 1988), una película de ciencia-ficción, sino «cine contemporáneo». Un cine que refelxiona sobre la condición humana en el estremecedor escenario de un futuro que empieza a perfilarse en el horizonte de una civilización que ha fracasado como tal. «Esquilo fue un hombre sabio. Puso a Prometeo en los confines del mundo para que protegiera la loca carrera de los hombres en pos de sus "ciegas esperanzas", afirma Rafael Argullol en su artículo inicial. De este modo, empieza un recorrido literario que continúan Guillermo Cabrera Infante, Alberto Cardín, Vicente Molina Foix, Fernando Savater, José Luis Guarner, Eduardo Úrculo y los diseñadores Antonio Miró y Juli Capella & Quim Larrea, epilogado por un poema mío.
Con el tiempo, las reflexiones aquí recogidas confirman la sensación de que la película tiene las trazas de un clásico, porque su director supo ver y darle proyección al librito de Philip K. Dick, «Acaso los androides no sueñan con ovejas eléctricas?». Volver a ver la película y leer este libro tienen la virtud de resituarnos en la realidad y comprender las contradicciones primarias del ser humano -o de sus réplicas- que lo enfrentan a la razón de su propia existencia y de su extranjeridad en el mundo.