sábado, 12 de junio de 2010

UNA HEREDERA DE BARCELONA, Sergio Vila-Sanjuán

Desde La verdad del caso Savolta, de Eduardo Mendoza (Seix Barral, 1975) y, más recientemente, La última vuelta del perro, de Jorge Rodríguez (Magenta, 2007) -descarnado retrato de la Barcelona olímpica- no había leído una descripción tan vibrante y vital de esta ciudad como en Una heredera de Barcelona, de Sergio Vila-Sanjuán (Destino, 2010). 

Mediante un potente arranque narrativo próximo al thriller, Vila-Sanjuán pone al lector ante las puertas del laberinto social de la Barcelona de los años veinte, en la que se libra una violenta lucha de clases y de intereses personales, económicos y políticos. A partir de ese momento, el hilo de Ariadna que guía la lectura es la voz del abuelo del autor, parentesco que desaparece al convertirse Pablo Vilar, gracias a la fluidez narrativa,  en un personaje que se entrega al orden de la ficción para hacer más verosímil la narración de los hechos. 
«Pensamos que los viejos siempre han sido viejos, pero este episodio de los años formativos de mi abuelo me fascinó, tanto por lo que revelaba de su propio carácter como por la luz que proyectaba sobre ciertos ambientes de su tiempo: pero, sobre todo, por cierta ingenuidad animosa que trasmitía y que me resultó entrañable», afirma Sergio Vila-Sanjuán en el prólogo. Una de las virtudes de esta novela es que el autor hace de esta fascinación un mecanismo original para articular los hechos reales y los recursos novelísticos sin someterse a las leyes del argumento. Una línea argumental hubiese sido utilizar, por ejemplo, el caso de María Nilo como punto de partida de una investigación que al final revelara la oscura trama del poder. Pero aquí no existe tal linea argumental, sino la voz del joven abogado que a través de los casos que le tocan, de su posicionamiento social y político, de su vocación periodística y de sus relaciones personales construye un fresco vivo de un momento turbulento de la ciudad, cuyo trasunto metafórico es la heredera, esa bella, coqueta, inteligente y contradictoria Isabel Enrich. 
El epílogo, que no el final de la novela, reúne en los prolegómenos de la Guerra Civil a los personajes que, desde su inteligencia y sensibilidad han logrado establecer un vínculo afectivo que trasciende los prejuicios sociales y de clase, los fundamentalismos ideológicos y el sinsentido de la violencia. Ellos son, parece querer decir Sergio Vila-Sanjuán, los verdaderos protagonistas de la Historia.

domingo, 6 de junio de 2010

EL ETERNAUTA, H.G.Oesterheld / F. Solano López

Entre 1957 y 1959, apareció en la revista argentina Hora Cero la original historieta de ciencia ficción imaginada por Héctor G. Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López, titulada El Eternauta, de la que en noviembre de 2007 Norma Editorial hizo una edición especial para conmemorar su quincuagésimo aniversario, con eficaz prólogo de Carlos Trillo.

La aproximación actual a esta obra clásica del cómic, como se le dice en la jerga peninsular a lo que en Hispanoamérica llamamos historieta, supone para quienes la leímos en aquella época explicarnos la naturaleza de las emociones (y perturbaciones) que entonces nos provocó su lectura. Por primera vez, lugares que resultaban familiares eran el escenario de acontecimientos extraordinarios que, ingenuamente, creíamos que sólo sucedían en otros lugares lejanos y prestigiosos, generalmente anglosajones. Pero había algo más, la historieta, soportada en unos dibujos de gran calidad, cosa nada sorprendente dado que en Buenos Aires en ese momento se concentraban artistas extraordinarios, como el mismo Francisco Solano López, Alberto Breccia, Carlos Freixas, Arturo del Castillo y Hugo Pratt, entre otros, daba cuenta de un personaje (Juan Salvo), que en una Buenos Aires paralela había sido esposo y padre entrañable, se presenta en la casa del mismo guionista como viajero del tiempo y resistente de una terrible invasión extraterrestre que se manifiesta al principio con una nevada mortal. En ese momento, el carácter de la historieta como metáfora de la realidad política del país y la oscura amenaza que se cierne sobre él es apenas perceptible, pero revela la intuición artística de Oesterheld para narrar a modo de anticipación la tragedia que se avecinaba. De esta lectura que latía por debajo de la lectura directa de los acontecimientos narrados nacía la inquietud perturbadora que dejaba en el ánimo de los lectores las aventuras de El Eternauta.  Posteriormente, Oesterheld escribió una nueva versión en 1969 con dibujos de Breccia, con quien siete años antes había hecho Mort Cinder, y en 1976 El Eternauta II, de nuevo con Solano López, en los que el compromiso político se hizo más explicito hasta el punto de continuar los tramos finales de la historia en la clandestinidad. En 1977, el creador del Eternauta, miembro del grupo guerrillero Montoneros, fue secuestrado y, junto a sus cuatro hijas, hecho desaparecer por la dictadura militar que asoló Argentina entre 1976 y 1982. Estos hechos reales enriquecen conceptualmente El Eternauta, pero es en su concepción del mal, su amenaza y su horror, lo que le confiere la calidad de clásico.


A.Breccia y A. Tello por Alberto Breccia

jueves, 3 de junio de 2010

LITERATURA DEL EXILIO EN EL CONSULADO ARGENTINO


 El pasado 27 de mayo, el Consulado de la República Argentina inauguró la Sala Silvina Ocampo con un ciclo dedicado a poetas y narradores argentinos coordinado por el sicoanalista Alejandro Gómez-Franco. El cónsul adjunto, Andrés H. Mangiarotti, puso de manifiesto la intención de la legación consular de tener un contacto más fluido con la comunidad argentina y de operar como centro de promoción de artistas plásticos, escritores, poetas e intelectuales argentinos tanto residentes en Cataluña como de paso por Barcelona. 

Para iniciar el ciclo «Paseo de Gracia esq. Gran Vía» e inaugurar la Sala Silvina Ocampo fue distinguida mi obra narrativa y poética.  El poeta Carlos Vitale y Gómez-Franco, a quienes agradezco su generosidad de juicio, fueron los encargados de glosarla. Vitale dijo  en un pasaje de su exposición centrada en los libros de poemas «Sílabas de arena» y «Conjeturas acerca del tiempo, el amor y otras apariencias» que «Antonio Tello es un poeta que arriesga, que no se conforma. Me gusta pensar en él como un alpinista. Tello escala una montaña y cuando llega a la cima no se detiene a mirar, extasiado, el paisaje, el éxito obtenido, sino que baja y vuelve a subir la misma montaña por otra ladera o busca otra montaña aún más alta y escarpada. Tello es un Sísifo tenaz y deliberado. Quiere respuestas, pero sólo encuentra preguntas.»
Por su parte, Alejandro Gómez-Franco, que analizó tres cuentos de «El mal de Q.» vinculándolos al mito hegeliano del amo y el esclavo: «El amo y el esclavo expresan esa dualidad interna del sujeto que se halla en tensión entre el dominio y la unidad por un lado, y la anarquía y fragmentación que experimenta interiormente por el otro. Pero esta unidad, he aquí el problema, sólo es reconocible en el exterior; el amo está afuera, es exterior.
En “El Mal de Q” [encontramos] la forma moderna del esclavo que es la neurosis obsesiva […]. La belleza de este cuento reside tanto en la forma como en el sentido que esa forma acoge y propicia. Y nos recuerda también la función iniciática de la literatura, todos tenemos un libro que nos abrió los ojos, que despertó en nosotros el deseo de saber y nos enfrentó a la verdad bajo la forma de ficción que le es propia.»