miércoles, 5 de enero de 2011

W.B. YEATS, La escalera de caracol y otros poemas



William Butler Yeats (1865-1939) es uno de los mayores poetas del siglo XX, entre cuyas obras del período que él llamó de su «segunda pubertad» ocupa un lugar relevante La escalera de caracol y otros poemas (Linteo, 2009, trad. Antonio Linares Familiar), libro del que, además, conviene destacar las magníficas edición y traducción a la lengua castellana.

A Yeats se le puede considerar uno de los padres de la moderna poesía anglosajona. Él fue uno de quienes, siguiendo la estela de los simbolistas franceses, rompió con el encorsetamiento formal de la poesía inglesa tradicional incorporando a su poderoso verso tanto el aliento de la épica y el tono sagrado de raíces gaélicas como un ardiente y apasionado intimismo.
Desde sus primeras realizaciones, la poesía fue para Yeats un vehículo de búsqueda de una identidad en la que confrontaban las realidades nacionales inglesa e irlandesa y al mismo tiempo la fuerza física, en concreto la sexual, y la capacidad creativa. Tal actitud lo lleva a trascender el imaginario cultural católico-protestante de su entorno social y asomarse a la tradición del mundo celta vestido con el hábito de una lengua madura y moderna que le permitan describir «la furia y el fango de las venas humanas», como escribió en Bizancio. 
En La escalera de caracol y otros poemas, el alto registro poético de W.B.Yeats se traduce en versos desnudos que alumbran elementos esenciales que alcanzan su valor simbólico no como una fabulación intelectual sino como una exaltación de los sentidos. Convencido de la íntima comunión entre la palabra y el cuerpo humano, el poeta había recurrido por esos años a un afamado médico inglés para que le practicara una operación quirúrgica que le devolviera su potencia sexual. Tras ésta, relata Richard Ellmann, escribió al médico una carta en la que le decía que estaba viviendo «una segunda pubertad», que le permitía producir poemas que «estaban entre lo mejor que había escrito». Pero más allá de esta anécdota biográfica, lo importante es que Yeats hizo de este poema su hogar, desde el cual evocó en tono elegíaco a las hermanas Eva y Constance Gore-Booth y dialogó con su alma y con el tiempo. Un intento más de «llevar la realización de la belleza tan lejos como sea posible».

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