Carmen Borja |
En Mañana (Icaria, 2011), Carmen Borja logra uno de los momentos más elevados de su creación poética y expone con sensibilidad, lucidez e inteligencia lo que su alma entrevé en los confines del abismo que la rodean. Este es un libro en el que la belleza se comporta no tanto como una expresión estética sino como la poderosa y arrebatadora fuerza que da aliento a la vida.
Borja, como quien huye, se adentra en el tiempo cíclico teñido de religiosidad y tristeza, que ella evoca a partir de Mañana de Pascua, lóbrego cuadro del romántico Caspar David Friedrich, para bucear en los pliegues del alma - donde está la gran intuición, la semilla. / El amor sin muerte.- y alcanzar algún conocimiento de la condición humana. Nikos Kazantsakis, cuyos restos se hallan enterrados en la muralla de Heraklion, Creta, bajo un epitafio que reza «No espero nada. No temo a nada. Soy libre», decía que la vida era un destello de luz entre la oscuridad de dos abismos. Carmen Borja no parece adentrarse en las tinieblas, como sugiere el cuadro de Friedrich, sino en la vida atormentada por la oscuridad de ese mañana que irremediablemente llegará y que anticipan las palabras millonesdecadáveres o el roce de un ángel situando al ser humano ante la tesitura de elegir de nuevo si quiere que la luz lo ilumine hasta ese instante de felicidad que justifique su existencia abrazado a la vida sin traición.
Como en su libro anterior - Libro del retorno (Lumen, 2007)-, donde el poema es la cima de la torre que representa un «momento epifánico», Carmen Borja insiste pero lo expresa mediante un misticismo más agnóstico y también más hondo y genuino donde casi podemos ver arder la llama que te quema, porque aquí, en Mañana, el poema es otra dimensión del lenguaje, que si bien no puede responder las preguntas esenciales, porque en definitiva es creación humana, sus signos representan el fragor del mundo, el secreto, misterioso hálito de la vida. Donde nuestra tierra gira ensoñando belleza.
También merece una mención la sobria y cuidada edición de Jesús Ortiz Pérez del Molino y en la que han colaborado Josep Bagà en el diseño de cubierta y Joan Cruspinera con la ilustración.
También merece una mención la sobria y cuidada edición de Jesús Ortiz Pérez del Molino y en la que han colaborado Josep Bagà en el diseño de cubierta y Joan Cruspinera con la ilustración.