viernes, 26 de diciembre de 2008

POLÍTICA DEL AMOR UNIVERSAL, Mo Ti


Política del amor universal (Tecnos, 1987), de Mo Ti, con un espléndido estudio preliminar de Fernando Mateos y la traducción y notas de Carmelo Elorduy, el lector de lengua castellana puede acceder a una de las obras fundamentales del pensamiento chino. Mo Ti o Motzy, que vivió hacia 459 y 382 a.C., fue, como el innominado narrador de Kafka de La construcción de la muralla China, un constructor. Al parecer se especializó en fortificar ciudades «en peligro de ser injustamente agredidas».
El maestro Mo fue el primer pensador chino que desarrolló un sistema filosófico sustentado en una lógica argumentativa que formulaba objetivamente la moral haciéndola piedra angular de las relaciones sociales. En este sentido, sostenía que la política debía ser el resultado de la aplicación de los principios éticos y la misión del maestro enseñar a los gobernantes y al pueblo la doctrina moral. Para Mo Ti, que vivía en un mundo injusto y violento, donde los señores feudales habían introducido la fuerza y la violencia en el gobierno [«No hay probidad en los superiores; estos no se esfuerzan en hacer justicia y mantener el orden. Los de condición humilde tampoco se esfuerzan en sus tareas. El pueblo se entrega al vicio, a la violencia, al robo, al desorden...»] era vital organizar un sistema ético-político cuyo núcleo fuese el amor mutuo. De este modo introducía el principio de amor al prójimo que, casi cuatro siglos más tarde, predicarán Jesús y sus seguidores en Occidente.
La obra de Mo Ti sufrió la incomprensión de los confucianos y también la persecución del emperador Shih Huang Ti, el unificador de China (221-210 a.C.), quien ordenó la destrucción de todos los libros, porque, como conjetura Borges, «enseñaban lo que enseña el universo entero o la conciencia de cada hombre». A pesar de esto, muchos capítulos de Política del amor universal, de Mo Ti, se salvaron, quizás porque igualmente por ocultar un libro fueron muchos los que sufrieron el castigo de ser marcados con un hierro candente y de trabajar hasta el fin de sus días en la construcción de la gran muralla.

domingo, 21 de diciembre de 2008

EL SÍNDROME DE FALCÓN, Leonardo Valencia

El artista que reflexiona sobre el acto creador y, en el caso del poeta o narrador, sobre la escritura define para sí y para los demás su preocupación por conocer la mecánica celeste que rige su universo y la naturaleza de la materia con la que éste ha de construirse. En El síndrome de Falcón (Paradiso editores, 2008), Leonardo Valencia reúne una serie de ensayos, entrevistas y notas que suponen una toma de posición ante la lengua, la creación y la tradición literaria hispanoamericana.
A su condición de narrador, LV suma la de ensayista al dotar a sus piezas de análisis y observación de una tensión dramática que arrastra al lector como si fuesen relatos de ficción. En este sentido no es gratuito que el primer ensayo se titule Tribu errante y el punto de partida sea Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello, trayendo a colación un desencuentro de traducciones.
Tras sus atinadas observaciones acerca de un edificio literario hispanoamericano cuya vitalidad que trasciende todo intento de realismo se sostiene sobre fundamentos poéticos («...Se produce una pérdida se se entroniza a la novela como el eje de la literatura latinoamericana, deslindándola de sus provechosas relaciones -marcadas por la tradición- con el cuento, la poesía, el ensayo y el teatro»), LV atraviesa con su mirada las obras de los grandes creadores, desde Borges a Jabés, desde Lezama Lima a Agustín de la Cueva, para afrontar lo que denomina el síndrome de Falcón. Una tendencia circunstanciada por la historia y la política del continente que ha actuado como lastre de la creación y formado poderosas sectas entre poetas y narradores hispanoamericanos. El síndrome de Falcón es la carga -el peso de Anquises- que pesa sobre la literatura latinoamericana y que se define por esas obras surgidas del realismo socialista. Una corriente que malogró (y aún malogra) muchas obras por imponer el axioma según el cual la literatura es «para denunciar [la cursiva es mía] la realidad».

jueves, 11 de diciembre de 2008

MORT CINDER, Alberto Brecchia/Héctor Oesterheld

La sociedad que formaron el dibujante Alberto Brecchia y el guionista Héctor Oesterheld, chupado y asesinado por la dictadura argentina al igual que sus cuatro hijas, constituye uno de los momentos cumbres de la historieta -comic- argentina. La relectura de Mort Cinder (Lumen, 1980) -pariente próximo de El eternauta, otra de sus inquietantes creaciones, me ha supuesto un nuevo impacto emocional que ha tocado la memoria. El recuerdo vivo de una lectura que me transporta al misterio del universo poniéndome ante la aberrante posibilidad de un ser condenado no sólo a vivir eternamente sino también a sufrir mil y una muertes y al mismo tiempo al goce estético de unas figuras que convierten cada viñeta en una ventana subyugante abierta al no menos desconocido cosmos del alma humana. Mort Cinder es la personificación de la dolorosa memoria del mundo, de sus dramáticas y casi siempre erróneas reiteraciones. Y otros recuerdos, el de una época y un país, donde los Ojos de plomo o los Ellos, los enemigos oscuros e implacables imaginados por HO, y el de un encuentro entrañable, en el destierro, con AB, el hombre que dio formas a las sombras como manchas en el tiempo.

[Imagen: Alberto Brecchia y Antonio Tello, dibujo de Alberto Brecchia, 1980]

jueves, 4 de diciembre de 2008

LOS GIRASOLES CIEGOS, Alberto Méndez

El realismo rancio que ha pesado como una losa en la narrativa española ha sido el patrón seguido en casi toda la producción novelística dedicada a recrear la guerra civil. No obstante, ya existen algunos intentos que escapan a este molde, como Santo diablo (Kailas, 2004), de Ernesto Pérez Zúñiga, entre otros, y Los girasoles ciegos (Anagrama, 2004), del malogrado Alberto Méndez.


Antes que una novela, Los girasoles ciegos es un breve corpus de cuatro cuentos unidos por el cruce de vidas, a veces sin relación directa, de unos personajes víctimas de la violencia bélica, ideológica y religiosa. Es así que la piedra angular del relato de estas vidas es la angustia de unos seres indefensos y en ocasiones inocentes que se enfrentan a la absurda ceguera de la intolerancia. En este sentido, los perdedores no sólo están representados por los republicanos, sino por hombres y mujeres de ambos bandos arrastrados por el odio y que miran a sus semejantes sin comprender la razón de tanto dolor.


Alberto Méndez transmite con intensidad lacerante, sobre todo en ese hermoso Manuscrito encontrado en el olvido, ese dolor, físico y moral, que malogra la vida de sus personajes y compromete al lector en la misma peripecia.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

EL MUNDO EN EL OÍDO, Ramón Andrés

La condición de poeta confiere a Ramón Andrés una especial sensibilidad para oír y comprender la música como expresión del sonido primordial del mundo. Sus trabajos de investigación y reflexión sobre el hecho musical, sus compositores -Bach, Mozart-, sus instrumentos y lo que el llama «oculta filosofía» de la música. El mundo en el oído. El nacimiento de la música en la cultura (Acantilado, 2008) es un hermoso viaje a las fuentes del sonido y a su progresiva articulación como lenguaje y como música como parte del proceso de formación y evolución de la cultura.
Desde el mismo inicio de este libro, RA pone de manifiesto el íntimo vínculo entre oído y conocimiento trayendo el testimonio de Agustín de Hipona para decir que la música es «la propiciadora del encuentro interior de cada uno». Un encuentro que se produce en tanto que la música es un «elemento de comunicación, instrumento imitativo de la naturaleza y a la vez generador de un lenguaje que revela la idea de un más allá». Pero, RA profundiza más aún cuando apunta que, antes que la música, el factor determinante en la constitución del entendimiento en el ser humano fue el sonido mismo. De aquí deduce que «oír, escuchar, es presentir, y presentir conduce a pensar».
La lectura de El mundo en el oído a partir de este planteamiento deviene apasionante aventura, en cuya vivencia el lector descubre un territorio donde el portentoso edificio musical alberga todas las expresiones del pensamiento humano y de la acción civilizadora que ha conformado y conforma el mundo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

LOS AÑOS CONTADOS, José Luis Giménez-Frontín

Los años contados (Bruguera, 2008), de José Luis Giménez-Frontín no es una autobiografía, sino un libro de memorias. Partiendo de su experiencia personal, vital e intelectual, G-F recrea el paisaje de una ciudad y de una época descubriendo al lector los entresijos afectivos y odiosos por donde discurren las relaciones humanas. La apelación a la memoria personal, si bien sitúa al autor como eje del relato, no se revela como un ejercicio narcisista sino como indagación de un tiempo y un territorio que merecen ser narrados. Esta cuestión es lo que, entre otras cosas, justifica el título.
G-F sin eludir el testimonio de su participación, marca una distancia irónica con el personaje que lo representa, para, de este modo, contar unos años con pasión y hasta con ternura -especialmente lo relativo a su parentela-, pero sin mayores concesiones a otra cosa que no sea su verdad de los hechos narrados. Al establecer estas honestas reglas del juego, que quedan meridianamente claras desde el mismo titulo, G-F sienta las bases para una narración veraz de una hermosa crónica sentimental. Un soberbio fresco de la vida cultural de Barcelona.
Sin embargo, llama mucho la atención que muchos cronistas -salvo algunas honrosas excepciones como David Castillo o Miquel de Palol- hasta ahora no hayan dicho esta boca es mía. Conjeturo (atrevidamente) que el pretendido cosmopolitismo que se le atribuye a esta ciudad es sólo marketing turístico. Cultura de rambla, chata y provinciana que opta por el ninguneo o el menoscabo cuando no está segura de lo que se está diciendo. Quizás, porque en el fondo su elite cultural padece un complejo de inferioridad que le impide reconocer a las voces no institucionalizadas, un complejo que le hace volver su mirada al ombligo de las esencias patrias y no le deja proyectar su cultura y mucho menos proyectarse a sí misma más allá de la "nación".

miércoles, 12 de noviembre de 2008

CARTA A LORD CHANDOS, Hugo von Hofmannsthal

Acompañada del ensayo La herrumbre de los signos, de Claudio Magris, la Carta de Lord Chandos (Alianza, 2008- Trad. Antón Dieterich/Pilar Estelrich), de Hugo von Hofmmanthal, fechada en 1901, trata del lenguaje y de su imposibilidad para expresar las «verdades fundamentales y profundas de la vida», como apunta George Steiner.
Lord Chandos, joven y brillante poeta, anuncia en una carta al filósofo Francis Bacon su intención de no escribir más, de sumirse en el silencio, «frente a la repetida agresión de la vida moderna», para decirlo en palabras de Claudio Magris.
La decisión es fruto de un proceso que se inicia cuando siente «un incomprensible malestar a la hora de pronunciar siquiera las palabras "espíritu", "alma" o "cuerpo"», palabras que suponían conceptos alrededor de los cuales podía moverse, pero advirtiendo que «sólo se ocupaban de ellos mismos, y lo más profundo, lo personal de mi pensamiento quedaba excluido», mientras ellos se deshacían en su boca como «hongos podridos».
En su estado de hipersensibilidad, Chandos siente que la naturaleza, las cosas del mundo le hablan y lo desbordan con una lengua muda que no tiene correlato con ninguna lengua hablada, porque ninguna de estas contiene palabras que se relacionen con la verdad del más sencillo de los objetos. Es así como Chandos, después de sentir «como si mi cuerpo estuviese compuesto de claves» que le revelan todo el orden existencial, se sitúa al borde del abismo, porque no puede «describir con palabras razonables en qué había consistido esa armonía que me invade a mí y al mundo entero ni cómo se me había hecho perceptible, del mismo modo que tampoco podría decir algo concreto sobre los movimientos internos de mis entrañas o los estancamientos de mi sangre».
Aludiendo a la «triada clave» -lenguaje, verdad y lógica-, que parecen estar en el discurso de Hofmmansthal Steiner dice que «la auténtica significación exige pruebas» y trae a colación el final del Tractatus de Ludwig Wittgenstein que dice «sobre lo que no se puede hablar, hay que callar».

jueves, 30 de octubre de 2008

LA ÚLTIMA VUELTA DEL PERRO, Jorge Rodríguez Hidalgo

¿De qué trata esta novela La última vuelta del perro (Maghenta, 2007)? Trata del resignado intento de dos seres –un antiguo porquero reconvertido en peón de la construcción, Antonio, y una prostituta adolescente, Rosario- de sobrevivir con su prole. ¿Cuáles son los escenarios de esta lucha? La Andalucía rural desde la cual emigran y la Barcelona preolímpica, la lumbre de cuya antorcha quemará a los marginados como a insectos atraídos por la luz.
Elemento de vital importancia para la credibilidad del hecho narrativo y que cataliza la narración es la encarnadura del personaje de Rosario, que bien puede paragonarse con algunos de los más grandes personajes femeninos de la literatura. Pienso en los de Madre Coraje de Brecht, la Filomena Maturano de Eduardo de Filippo, incluso en la Regenta de Clarin o en el de Doña Bárbara de Rómulo Gallegos. Mujeres de carácter que superan sus limitaciones personales y los obstáculos sociales con la sabiduría práctica de aquellos que no tienen otra cosa que perder que la vida.
En este caso el argumento que aprisiona a los desgraciados que habitan en los aledaños del progreso y a aquellos que, como Ramiro, poeta y universitario pobretón con tratos en las dos órbitas sociales, presumible alter ego del autor, es el progreso de relumbrón escrito por los señores del bien vivir, ya sean, en el caso de La última vuelta del perro, señoritos andaluces o burgueses catalanes.
En algunos aspectos, Jorge Rodríguez Hidalgo, hijo de andaluces emigrados, sigue la estela de Paco Candel, pero me animaría a decir que su mirada se alza por encima del horizonte del charneguismo catalán como provinciana y torpe tensión entre indígenas e inmigrantes, buscando una validez universal. JRH pone el dedo en la llaga de una realidad lacerante y radiografía con precisión las conductas colectivas e individuales que sustentan las desigualdades y las injusticias sociales.
El sociólogo alemán Alfred Weber, hermano de Max, que es el más conocido, escribió que la modernización de las sociedades tradicionales se produce cuando son capaces de desarrollar sus instituciones históricas, sus creencias y valores culturales en comunión con los avances científicos y tecnológicos, porque son las conductas y los valores morales de las personas los que en definitiva marcan las tendencias del progreso y su incidencia en los modelos de organización social.
Desde esta perspectiva, La última vuelta del perro es una novela que entra de lleno en la realidad que define a Barcelona como ciudad que responde a un modelo social regido por la ley del más fuerte dando pábulo al aserto de Hobbes cuando dice que el hombres es un lobo para el hombre. El diseño de la urbe considerado por encima o a costa de los que no cuentan como factor estético de la modernidad.
Para este cometido, JRH ha de sortear desde el punto de vista novelístico varios problemas que afectan a la creación literaria contemporánea. Uno de los más importantes es el divorcio entre poesía y narrativa como consecuencia natural de las condiciones creadas por las reglas del mercado. No es algo reciente, sino que viene de lejos. Desde el siglo XIX, cuando una realidad social tensada por los intereses contrapuestos de la burguesía y el proletariado generó un lenguaje hegemonizado por la clase dominante. Esta clase impuso, en correspondencia con sus intereses particulares una forma de narra sustentada en una prosa descriptiva y en unos recursos argumentales que acotan dicha realidad a historias donde los personajes aparecen condenados a repetir eternamente sus actos. Es así que el lenguaje del poder condena a la poesía a la condición de género exótico, y coloca la narrativa realista en lo más alto como máxima expresión de una visión particular de clase que universaliza. Estas pautas y modos de narrar según el canon literario del siglo XIX se prolongan hasta el siglo XXI clausurando la exploración de realidades complejas que subyacen en este mundo reducido a la visión mercantilista.
Consciente de esta escala social, JRH, en tanto poeta que se rebela contra la hegemonía de la vulgaridad, hace del lenguaje su bandera. El suyo es el lenguaje marginado y del marginal elevado a la categoría de voz poética que intenta dar encarnadura a seres igualmente excluidos de la gran prosa diseñada para el fuego de artificio y el consumo masivo.
JRH no hace concesiones y la crudeza de la realidad que retrata se corresponde con la crudeza de un lenguaje cuya gran vitalidad trasciende el pintoresquismo costumbrista, con que otros escritores, anclados en el canon narrativo de la novela burguesa del siglo XIX, pretenden vender como súmmum de la modernidad literaria.
La última vuelta del perro es, por esto, antes que una novela, un poema, un latido del desgarro, el desarraigo y la pérdida de quienes siempre serán los otros, porque, como dice Emmanuel Lévinas, en La realidad y su sombra, donde el lenguaje común abdica, el poema habla.

lunes, 27 de octubre de 2008

EL AUTOR Y LA ESCRITURA, Ernst Jünger


«De estas reflexiones no espero ningún resultado pedagógico», afirma Ernst Jünger en El autor y la escritura (Gedisa Editorial, 2003- Trad. Ramón Alcalde). Sin embargo, la propuesta de los apuntes que recogen dichas reflexiones como autor llevan implícita una intención de enseñanza para aquellos que se han reconocido o que se reconocen en el oficio de escritor. Él mismo parece reconocer esta intencionalidad, aunque marcando distancias con la figura del maestro que ofrece consejos, cuando afirma que «las experiencias son mejores que las advertencias».

En este sentido, las notas de Jünger devienen inventario de experiencias útiles para los jóvenes autores que, apenas sienten el llamado de las musas, han de enfrentarse a una elección básica que marcará el resto de su vida entre seguirlas o seguir el orden de la familia, el deber y el empleo, que asegure su bienestar.

Asimismo, para Jünger, el autor literario -el artista- ha de ser consciente de su condición especial en el marco social y que la misma naturaleza de su condición lo enfrenta «con las instituciones más fácilmente que al ciudadano normal». Y en este enfrentamiento entran en juego las opiniones y las concepciones estéticas siempre conservadoras de toda sociedad. De aquí que la sensibilidad y la honestidad, la entereza y la capacidad de sacrificio sean cualidades básicas de todo escritor. «Los pasajes fallidos de un autor y las hostilidades de sus contemporáneos se pegotean juntos como un collage», dice Jünger.

Aun con ripios y contradicciones, y con algunos puntos de vistas discutibles, la lectura de este libro es interesante y, en mi caso, me abrió nuevos caminos de reflexión sobre el acto de crear y el oficio.

domingo, 19 de octubre de 2008

SEVERIANO BALLESTEROS, Autobiografía

Encabezada por tres cartas de tres de los más grandes golfistas de la historia -Gary Player, Arnold Palmer y Jack Nicklaus- y epilogada por su hermano Baldomero, esta Autobiografía de Severiano Ballesteros (Tutor, 2008) constituye un conmovedor repaso a una vida enteramente dedicada al deporte. Las páginas de este libro dan detallada cuenta de los logros deportivos del más grande jugador de golf de España y uno de los mayores de la historia de este deporte.
Sin embargo, desde el primer capítulo -El campeón que nació en primavera- hasta el último, el quincuagésimo, lo que sorprende es la sencillez de la personalidad de un hombre que nunca dejó de ser niño y también la extraña sensación de soledad de alguien que siempre ha estado arropado, querido y mimado por su familia. Lo que cuenta es la historia de un muchacho convencido de su talento y por ello mismo entregado, aún a costa de grandes sacrificios (basta recordar que siendo adolescente salió a jugar con terribles dolores de espalda, dolencia que acabó pasándole factura más tarde), al propósito de ser un gran campeón. Y lo fue en los links con golpes en los que la fantasía forzaba la técnica más allá de lo posible, y en la vida contidiana mostrándose humano y generoso con la gente y con ese punto de rebeldía de las personas honestas ante ciertas injusticias.
Más allá de los límites del libro, Severiano Ballesteros escribe estos días un nuevo y difícil capítulo de su vida. Cabe esperar que también en éste también dé uno de esos soberbios y originales golpes de maestro que le nacen del alma.

martes, 14 de octubre de 2008

EINSTEIN, Walter Isaacson

Albert Einsten es a la ciencia lo que Pablo Picasso al arte plástico. Ambos constituyen en sus respectivas disciplinas verdaderos iconos culturales del siglo XX. En Einstein. Su vida y su universo (Debate, 2008. Trad. Francisco Ramos), Walter Isaacson traza un soberbio retrato del científico. El vigor de su prosa y la fluidez estilística superan una defectuosa e improlija edición y logran transmitir al lector la rica personalidad de uno de los mayores genios de la historia. El Einstein que se nos descubre aquí es un personaje cuya humanidad, no exenta de sombras, está en el origen de sus portentosos logros científicos.
Esto explica que sus ideas que revolucionaron nuestra forma de observar la realidad y concebir el universo lograran, a pesar de su radical complejidad, un impacto sin precedentes en el imaginario colectivo propiciando una popularidad comparable a la de una actual estrella de rock.

La biografía nos aproxima a un Einsten humano, comprometido con sus ideales pacifistas y sus reparos al uso indebido de sus teorías, como lo fue la concepción y desarrollo de la bomba atómica. Al mismo tiempo, Isaacson explica con sencillez y eficacia y sin desdeñar el rigor científico las complejas teorías físicas haciéndolas comprensibles al gran público. Sin duda, para mí, la lectura de esta biografía me ha iluminado aspectos fundamentales del universo cósmico, pero también de las estructuras básicas de la escritura que rigen el universo literario.

viernes, 3 de octubre de 2008

EL CORRESPONSAL, Alan Furst


Algunos críticos han señalado a Alan Furst como un brillante sucesor de John Le Carré e incluso de Graham Green. No es así. En El corresponsal (Seix Barral, 2006. Trad. Diego Friera y Mª José Díez) se revela como un narrador eficaz, pero sin la «perversa» intuición de Le Carré para la intriga y tampoco con la agudeza visual de Green para perfilar los personajes, cuyas conductas y actos sustentan en su complejidad el llamado factor humano.

Salvando la exageración de cierta crítica, Alan Furst es un escritor correcto e inteligente que narra con sencillez una trama igualmente sencilla, en la que un periodista italiano antifascista refugiado en París es reclutado por los servicios secretos británicos. Como trasfondo de la historia la guerra civil española y los prolegómenos de la Segunda Mundial, escenificada por el ascenso del nazismo en Alemania, y como motor de la acción, la redacción de un libro sobre un anarquista italiano, el desesperado intento de sus compatriotas antifascistas de socavar el régimen musoliniano editando un pasquín y, por supuesto, los amores con una aristócrata alemana antinazi. El argumento está bien trabado y la lectura discurre sin tropiezos.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

AUTOBIOGRAFÍAS AJENAS, ANTONIO TABUCCHI

Antonio Tabucchi tiene la virtud de convertir en materia narrativa todo aquello que teje su imaginación. En Autobiografías ajenas (Anagrama, 2006. Trad. Carlos Gumpert) hace que la escritura y los actos de escribir y de leer conformen los pasillos del laberinto en el que penetran juntos autor y lector a fin de desentrañar la trama, el tejido, el texto de una novela o de cualquier otra obra literaria.
No es gratuito el fragmento epigráfico de Josep Conrad que encabeza estas Autobiografías y cuya primera frase dice: "Primero se crea la obra, y sólo después se reflexiona sobre ella". No lo es, porque sobre esta premisa reflexiona Tabucchi acerca de su obra llamando a las reflexiones "Poéticas a posteriori". La experiencia le revela a él, y a través de él al lector, que cada historia narrada/escrita ya le había sucedido a alguien -acaso a él- en "alguna parte". En definitiva, que es una autobiografía ajena. "Tal descubrimiento me turbó. Y no sé si para amansar esa turbación o para afrontarla mejor en su perentoria evidencia, escribí rápidamente otra carta, que titulé Futuro anterior".
Desde ese lenguaje que surge de la complicidad en el silencio entre un padre mudo y su hijo que no lo es, y que sólo escuchan en la palabra escrita, hasta los pequeños incidentes biográficos que sirven de partida de historias que se enfrentan no sólo a sus propios personajes sino también a aquellos que se identifican con ellos; hasta esas cartas que obran de sustentos de vidas, siempre bajo el voluntarioso cometido de que en el libro no ocurra aquello que en realidad ya había sucedido, el recorrido de Antonio Tabucchi nos descubre algunos entresijos del acto de crear.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

LEONARDO DA VINCI, SIGMUND FREUD

La lectura de Leonardo da Vinci, de Sigmund Freud (Belacqva, 2007, trad. Paula Kuffer), es apasionante. El padre del psicoanálisis penetra a través de sus escritos y de algunas de sus obras plásticas en el espíritu del artista. Los capítulos dedicados a la Mona Lisa y a Santa Ana, María y el Niño constituyen uno de los análisis más inteligentes y reveladores de la naturaleza de los impulsos creadores de la historia del arte. Pero del mismo modo que la célebre sonrisa leonardesca que Da Vinci «descubrió» en Mona Lisa del Giocondo resulta enigmática, el texto de Freud, que es además la única biografía que escribió, resulta inquietante.
El análisis psicoanalítico que se plantea parte de un supuesto sueño o fantasía infantil que Leonardo incluyó en sus escritos. «...Un buitre se acercó a mí, me abrió la boca con la cola y me golpeó con ella en los labios repetidas veces.» A partir de esta traducción incorrecta, como apunta la traductora, ya que en el original no habla de un buitre sino de un milano (nibio), Freud sustenta, apoyándose en la idea mitológica del buitre unisexual, toda su argumentación psicoanalítica sobre la personalidad de Leonardo. En primera instancia, el lector interpreta que todo el andamiaje analítico carece de sentido; se pregunta a su vez cómo es posible que un estudioso como Freud cometa este error garrafal. Pero, a medida que avanza en la lectura intuye la verosimilitud de la especulación y que aquello que alimenta el texto no es el hecho de que sea «buitre» o «milano», sino el carácter simbólico de la cola de un pájaro introduciéndose en la boca de un niño. Acaso por esta razón Carl Jung le dijo a Freud que esta biografía de Leonardo da Vinci era «maravillosa».

viernes, 5 de septiembre de 2008

EL ASOMBROSO VIAJE DE POMPONIO FLATO, EDUARDO MENDOZA

Eduardo Mendoza es, como bien lo reconoce la crítica, un escritor dotado para la narración. La verdad sobre el caso Savolta es sin duda una de las mejores novelas españolas del último cuarto del siglo XX. La producción posterior, incluida La ciudad de los prodigios, no alcanza el nivel de aquélla, pero tienen ese punto de ironía inteligente que seduce. Este es, para mí, el atractivo de El asombroso viaje de Pomponio Flato (Seix Barral, 2008). Bordeando la escatología propia del humor catalán, Mendoza crea un simpático y tierno personaje cuyo modelo parece ser Plinio el Viejo, cuya curiosidad por la Naturaleza lo lleva a los más apartados rincones del Imperio romano. Es así que va a parar a Galilea donde se permite un picante encuentro cultural-religioso entre el mundo griego y el judío precristiano. La figura de un Jesús niño es precisamente la que le sirve de referencia para recrear a modo de «regreso al futuro» las andanzas de la Sagrada Familia y de la Pasión de Cristo protagonizadas por el carpintero José como escenario de una intriga criminal que el flatulento Pomponio Flato acabará por resolver, como el inspector Cluzot resolvía los casos de la Pantera rosa.

lunes, 1 de septiembre de 2008

EL CASTILLO DE LOS DESTINOS CRUZADOS, ÍTALO CALVINO


Hay escritores con una profunda identificación con la escritura, pues saben que la lengua es la fuente de todas las historias factibles de ser narradas. Algunos de estos escritores, conscientes de su alta comunión con la palabra, son capaces de someterse a duras pruebas, entre las cuales acaso la más difícil sea la de forzar la narración a partir de una historia predeterminada. Esto es lo que hace Ítalo Calvino en El castillo de los destinos cruzados (Siruela, 1989, trad. Aurora Bernárdez). A partir del alineamiento de cartas de los tarots de Visconti y de Marsella, Calvino se propone un audaz juego narrativo del que no sale indemne.
«...No todas las historias -confiesa Calvino en las notas finales de su libro- que lograba componer visulamente alieando las cartas daban un buen resultado cuando empezaba a escribirlas; las había que no ponían en marcha la escritura y que debía eliminar porque hubieran bajado el nivel del texto, y había otras en cambio que superaban la pureba y adquirían en seguida la fuerza de cohesín de la palabra escrita que, una vez escrita, no hay modo de cambiarla de lugar. [Pero] Así, cuando volvía a disponer las cartas en función de las nuevos textos que había escrito, las constricciones y los impedimentos que debía tomar en cuenta habían aumentado aún más».


Frente a estas dificultades, Ítalo Calvino confiesa que trató de rebajar «el material verbal» al nivel de un «borboteo sonámbulo. Pero cuando trataba de reescribir -anota- según este código páginas en las que se había aglutinado una envoltura de referencias literarias, éstas oponían resistencia y me bloqueaban».


La experiencia deviene frustración para el escritor. El castillo de los destinos cruzados es un bello y aleccionador fracaso, pero fracaso al fin,

lunes, 4 de agosto de 2008

POSTALES DEL PORVENIR, Fernando Reati

El período pos dictadura en Argentina, protagonizado por los gobierno del peronista Carlos Menem, estuvo dominado por la acción depredadora del neoliberalismo. En Postales del porvenir. La literatura de anticipación en la Argentina neoliberal (1985-1999) [Editorial Biblos, 2006], Fernando Reati aborda con lucidez y rigor la influencia que una conducta y un clima generalizados de saqueo y corrupción tuvo en la génesis de una literatura de anticipación. Para un grupo de escritores argentinos - Ricardo Piglia, Osvaldo Soriano, Marco Denevi, Abel Posse, Eduardo Blaustein y Angélica Gordoscher, entre otros- fue necesario crear un territorio y un lenguaje de fantasía, cuya descripción funciona a modo de postales escritas por un hipotético viajero, según la metáfora ideada por Reati. Este joven profesor cordobés, de la Georgia State University of Atlanta, EE.UU., considera que la época y la acción creadora de este grupo han revitalizado el género de anticipación como consecuencia de una imperiosa necesidad de memoria futura, para una sociedad desquiciada por la falsedad de su presente. A modo de síntesis de su propósito con este libro, Fernando Reati dice con cita a Ricardo Piglia: «'Paradójicamente la lengua privada de la literatura es el rastro más vivo del lenguaje social. Quiero decir que la literatura está siempre fuera de contexto y siempre es inactual; dice lo que no es, lo que ha sido borrado; trabaja con lo que está por venir' (subrayado de Reati) [...] Además de servir de memoria no oficial de una comunidad al revelarnos los secretos del pasado, la literatura es también su memoria del futuro porque revela lo que está por pasar o podría pasar si nos descuidamos».

sábado, 26 de julio de 2008

CUENTOS COMPLETOS, Franz Kafka


Aunque dispongo de otras ediciones de los cuentos de Kafka, tengo predilección por esta de Valdemar (2003), traducida a partir de los textos originales por José Rafael Hernández Arias, quién, además, se encarga del prólogo. Leer a Kafka es, aunque parezca un tópico decirlo, una experiencia arrebatadora, pero mucho más lo es cada relectura. Recorrer nuevamente el camino nos permite intuir, acaso entrever, los recovecos y anfractuosidades visitadas por el alma humana. «No deja de causar perplejidad el abismo existente entre el saber acumulado, una auténtica Torre de Babel de conocimientos, y las pocas certezas que este saber proporciona», apunta Hernández Arias, para darnos cuenta de la sensación de hondura y misterio que nos deja la escritura de Kafka. No sin malicia se ha acuñado el término kafkiano para aludir lo intrincado e incomprensible de algo. Sin embargo, la complejidad de la obra de Kafka está en las limitaciones del lector para comprender la amplitud y profundidad de una experiencia artística que se verificó en el momento en que el hombre, desquiciado por la modernidad, se quedaba solo en el mundo, sin que nada ni nadie le ayudara a hacer más soportable esa angustia existencial de la que acababa de tomar conciencia. Quizás el arquetipo de este individuo sea Gregorio Samsa, descendiente de ese otro bicho maravilloso que fue don Quijote. De aquí que cada nueva lectura de cualquier cuento o novela de Kafka, de sus diarios o cartas, sea como un espejo que nos devuelve una imagen que aún desconocemos.

viernes, 11 de julio de 2008

DESCORTESÍA DEL SUICIDA, Carlos Vitale


Carlos Vitale es poeta. En él esta condición es radical y, consecuentemente, sólo escribe un libro e incluso diría decir que sólo escribe un poema. Este libro podría tener un solo título, pero, por mera cortesía al lector, le ha puesto dos -Unidad de lugar y Descortesía del suicida-, cuyas últimas publicaciones pertenecen a Candaya. Al primero lo presenta en las colecciones de poesía y al segundo en las de prosa, aunque uno y otro están atravesados por la luz del poema y cada nueva edición actualiza su empeño por desentrañar lo que de absurdo tiene la existencia humana. Es así que la radicalidad de este poeta no es fruto de una pose social, sino una actitud existencial que lo compromete con la poesía, entendida ésta como vehículo de conocimiento a través de un lenguaje, cuya extrema economía no admite impostaciones.
Nada ha cambiado / Sólo el sitio / donde mi cuerpo cae, escribe en Unidad de lugar constatando una inquietud a la que no es ajena la sospecha que anota en Descortesía del suicida, Por algo será que el espejo me devuelve la imagen. Por esto coincido con Luisa Cotoner, autora del prólogo de Unidad de lugar, cuando alude a la «pura esencialidad» de Vitale. «Esencialidad [ver vídeo Códigos, en la columna de la derecha] que produce sensación de vértigo, de caída en círculos concéntricos, en los que un yo, desasido, se interroga acerca de lo que no sabe, de lo que no posee, de lo que no es y de donde no está...», afirma Cotoner. Una esencialidad que es «otro intento de vencer al tiempo», como reza la dedicatoria que me hizo en un ejemplar que puedo tocar y leer, pero que no sé si de verdad tengo, a causa, como en una de las absurdas situaciones que describe en Descortesía..., de una incomprensión o de un error que deja este eco, Te alejas sin saber que existo. Me quedo sin saber si existo.

miércoles, 9 de julio de 2008

PODERES TERRENALES, Anthony Burgess

En 1982, Anthony Burgess visitó Barcelona acompañado de su segunda esposa, Liana, una italiana jocunda que bien le iba al carácter de aquél. La razón de su visita era la presentación de Poderes terrenales (Argos Vergara, 1982). Leo que esta magnífica novela ha sido reeditada por El Aleph con la excelente traducción de José Manuel Álvarez Flores, aunque no sé si revisada, pues en la primera compartía la autoría con Ángela Pérez. Trata Burgess la historia de un exquisito escritor homosexual -Kenneth Toomey, placenteramente refugiado en Malta, donde recibe la visita de un alto prelado local, para que le de su testimonio sobre el difunto papa Gregorio XVII, de quien era concuñado y amigo, y cuyo proceso de canonización se ha iniciado. Este arranque sirve para que Toomey, en quien algunos críticos vieron un retrato de Saumerset Mogan, aunque para mí se aproxima más a Gore Vidal, haga un inteligente repaso de su vida y de un mundo, en el que reconoce la naturaleza humana del mal.
El mal y la violencia han centrado la obra de este creador excesivo, desbordado por su incontinencia verbal hasta el punto de inventar un idioma, el nadsat, que hablan sus violentos personajes de La naranja mecánica, que Stanley Kubrick llevó al cine, y otro preoral, para la película En busca del fuego, de Jean-Jacques Annaud. Los Poderes terrenales es un tipo de novela que arrastra al lector a una especie de vorágine que le enseña las entrañas espirituales del ser humano dejándolo finalmente exhausto y obligado a la reflexión sobre su propia existencia.



Imagen: Con Anthony y Liana Burgess, en 1982, en el desaparecido restaurante «La estancia vieja» de Barcelona, después de dar cuenta de un suculento asado argentino y de varias botellas de Rioja. Foto de Carmen Sentíes.

domingo, 6 de julio de 2008

REMEDIO PARA MELANCÓLICOS, Ray Bradbury

Hace algunos meses, revisando mis primeros cuentos para una edición completa de los mismos, encontré en uno de ellos una alusión a Ray Bradbury. En el cuento -El gran peón- aparece un viejo sentado en una estación que se pasa el tiempo fumando su pipa y mirando pasar los trenes esperando a un desconocido: «¿El mismo viejo de un cuento de Bradbury? Viejo inspirador de ficciones. Viejo ficción», reza mi homenaje al maestro. Entonces me asaltó la curiosidad ¿por qué había hecho tan explícita esta inspiración? Esta simple pregunta me llenó de inquietud. No podía volver al mismo libro, pues era de mi desaparecida biblioteca argentina, y tampoco sabía en qué libro estaba ese cuento.
Releí con ansiedad Crónicas marcianas y El hombre ilustrado, pero no estaba en ellos. Me obsesionaba saber el origen de la chispa que, estaba seguro, había motivado el cuento. Al fin releí Remedio para melancólicos (Minotauro, 1992,2003) y me reencontré con varios cuentos bellísimos, como, aparte del que da título al libro, En una estación de buen tiempo, El dragón, El maravilloso traje de helado de crema...y al cabo con El pueblo donde no baja nadie. Aquí estaba el viejo.
Sin embargo, yo sabía, que no era este «viejo ficción» aunque así lo hubiera escrito, la verdadera razón de mi cuento. Tampoco eran el río ni el tren. Si acaso la oscura presencia de la muerte como una amenaza. Unos días después lo supe: «Yo quería regresar, pero el viejo siguió hablando y caminamos juntos en la oscuridad cada vez más inmensa, las olas de campo y de pradera, más allá del pueblo», dice el extraño que ha descendido en Rampart Junction. Sentí que este «más allá del pueblo» me había percutido entonces como una premonición en medio de «olas de campo y de pradera», a los cuales imaginé como una sabana amarilla barrida por una brisa igualmente amarilla.
Ahora, después de esta experiencia comprendo la emoción y la frustación del protagonista de Una estación de buen tiempo, cuando intenta contar a su mujer que, en la playa, ha visto a Picasso dibujar en la arena: «-Escucha. /Alice escuchó. /-No oigo nada, dijo./-¿No oyes nada? / -No ¿Qué es? /-Sólo la marea- dijo George Smith al cabo de un rato, sentado a la mesa, con los ojos tadavía cerrados-.Sólo la marea que sube.»

martes, 1 de julio de 2008

SIN PENA EN LA PALABRA, Osvaldo Guevara


Osvaldo Guevara es uno de los mayores poetas hispanoamericanos, aunque su visceral timidez lo haya llevado a vivir a Villa Dolores, una pequeña ciudad cordobesa de Argentina. Su extraordinario dominio de la palabra y del arte de la versificación ha dado lugar a poemas de conmovedora belleza. En Sin pena en la palabra (Código Gráfico, 2007) vuelve a sus temas recurrentes, la ciudad, el amor, pero sin abandonar esa atenta vigilancia de todo cuanto sucede a su alrededor. A su inaugural Oda al sapo y cuatro sonetos, 1960 (Mi corazón cruza mi ser gritando./ Zumbo un fervor de sapo. Soy horrible. Soy único.), le siguen ese combativo y sublime La sangre en armas, 1962, la barroca Garganta en verde claro, 1964, y en 1967, acaso su libro más brillante, Los zapatos de asfalto, donde su poesía alcanza un registro que lo iguala a los grandes poetas hispanoamericanos, donde «esa zozobra, esa pasión, ese empecinamiento», como él afirma, de «transmitir su ser en el mundo» alcanzan el corazón de quien lo lee. Y así, adentrándose en el lenguaje, sujeto a sus sentimientos y a otros compromisos, el poeta alza el vuelo (Adónde ir con estas alas / que no se entienden con el viento) y ahora deja, a modo de otoñal soliloquio Sin pena en la palabra, acaso para renegar de tanto sufrimiento, propio y ajeno, que ha acusado su pecho. Ella y yo / ciertos días: / dos enfermos con sed / sobre la sal del mar/ en el fondo de un bote a la deriva, dice uno de sus poemas con el lamento, esperanzado aún, del náufrago que, después de todo, no está, no se siente, solo.

domingo, 29 de junio de 2008

LA CONSTANCIA DEL AGUA, Jorge de Arco

En la cultura judeocristiana, el agua es siempre metáfora de la vida. En Constancia del agua [La Garúa,2007], Jorge de Arco no sólo no renuncia a ese simbolismo sino que parece ir a buscarlo hasta las más hondas capas freáticas de la memoria colectiva, a esas «alfaguaras del alma humana». De este modo sus versos se convierten en cauces transparentes que fluyen con la apariencia de un meandro por el territorio de la pasión amorosa. El romanticismo que pudiera atribuírsele es sólo aparente. No hay aquí un trato sentimental con el yo, sino el relato de una experiencia vital que desborda ese yo merced a un depurado lenguaje poético.
Con el temblor que deja / el tacto del azúcar tras la lluvia temprana, / baña la luz tus ojos./ Madrid es una tarde que nos mira / disuelta en el café / velado y deseante que envuelve esta condena. La hondura y sutileza de estos versos ejemplifican la manera como el yo poético fluye por la memoria individual hasta disolverse en sensaciones y recuerdos que, indefectiblemente, desembocan en esa «condena», como un río desemboca en la mar. «Incluso cuando el cauce parece desbordado, dominado, portector o escurecido..., incluso en estos momentos de los poemas y de la vida que los ha suscitado, el agua asiste y da identidad y veracidad», apunta con acierto Enrique Badosa en el prólogo del libro.
Antes que romántico, por más que en algún epígrafe deje constancia de su deuda con Hölderlin, en la poesía de Jorge de Arco hay una filiación tácita a la poesía mística de Juan de la Cruz, por sólo citar a uno de los fundadores de esta tradición poética en lengua castellana. ¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, / aunque es de noche!, escribe el carmelita en Cantar del alma...mientras que el eco de Jorge de Arco dice: Agua es el hombre, / alma / que crece y que se extingue / como una lumbre rútila, / pero que fluye y duele / y en lo hondo parpadea /secreta y diluviante.

viernes, 20 de junio de 2008

AMORE LUDUM, Mario Satz

A mediados del siglo XIII, en el efervescente clima cultural de la Toledo que acogía a la Escuela de Traductores, las fuerzas del amor y del odio libran un duelo singular. Amore ludum (Huerga & Fierro Editores, 2008) es la historia de dos amantes que se reconocen en su común amor al saber. Judíos, árabes y cristianos conforman el alma de una ciudad abierta al conocimiento, pero atravesada por la insidia y la intolerancia.
Con una prosa exquisita, el poeta Mario Satz construye con brillantez un hermoso relato a partir de un pergamino que oculta un escrito profano de Ovidio sobre el amor. Una traductora, judía conversa, y un erudito, cristiano libertino, atraídos por esa fuerza poderosa del instinto y el espíritu que necesita de la libertad y del escenario gozoso de la naturaleza para realizarse, provocan la reacción de las fuerzas del poder.
Es este el momento histórico, cuando la lengua castellana es aún latín macarrónico, que un grupo de sabios de las tres culturas rescata y lega a las generaciones futuras la tradición griega y oriental no sin librar una lucha dramática con los esbirros de la intolerancia y el fanatismo religiosos.
Pero, aparte de la sugestiva recreación del ambiente cultural de aquella Toledo y de la intriga que genera el palimsesto de Amore ludum, la escritura poética de Mario Satz revela que, más allá del nombre que los hombres den a su dios, entre ellos prevalece el amor al prójimo y el deseo de saber como móvil civilizador.

miércoles, 4 de junio de 2008

44 Cuartetas, Osías Stutman

En estas 44 Cuartetas (Emboscall, 2008), Osías Stutman es más coherente con su yo poético que con su poesía. No puede afirmarse que haya aquí una ruptura con su obra anterior, pero sí un elegante cuestionamiento a algunos de sus anteriores recursos estilísticos que tendían a disimular la naturaleza esencialista de su poesía. La sencillez no enseña nada / pero sorprende con su presencia / en el texto. Sorprende por inesperada / y por que funciona como afectación, escribe el poeta. De espaldas a la intrusa, la fama, siempre fiel a su yo poético, Stutman verifica su sorpresa ante una vocación estilística que lo ha llevado a prescindir de toda afectación intelectual acercándolo, hasta el punto de atisbarla, a la ciudad de Engels, a ese mundo con «aire de familia». Un mundo que contiene el secreto, la verdad poética, cuya percepción parecía ocultársele detrás esos artificios dichos sin inocencia y que quizás compartía con aquella gente que escribe y que huele en la noche. Es por esto que Stutman se pregunta en la cuarteta 26: ¿Realzo o resisto ese género / que escribo, tan diferente / del otro que escriben / los que no escriben como yo? Pero no es una pregunta retórica, porque el poeta ahora tiene la certeza de que por fin escribe en esa lengua inexistente que entienden quienes han comprendido que sólo el secreto se aprende. Acierta Carlos Edmundo de Ory cuando en el prólogo afirma que estas 44 Cuartetas de Osías Stutman «suenan a música de pensamiento oral», pero por esto mismo van mucho más allá de meras «fragmentaciones de recuerdos y olvidos calidoscópicos». Estas cuartetas, por su radical decantación, son notas comprensibles -en la medida que la música lo es- que portan al lector los ecos de la perplejidad de un poeta que acaso ha llegado, como la ciudad de Engels, al principio de ese descampado .

miércoles, 21 de mayo de 2008

El caso de una sangre derramada, Alberto Tugues

En El caso de una sangre derramada [Emboscall, 2008), con epílogo de Valérie Tasso y escenas de Jorge de los Santos, Alberto Tugues propone una serie de relatos singulares acerca de esos recovecos del alma que se esconden en los pliegues de la realidad cotidiana. Como poeta Tugues tensa la escritura y la narración como si fuesen un poema y en no pocos casos consigue que lo sean. Las citas de Cervantes y Beckett que encabezan el libro ya dan fe de una toma de posición estética que las primeras líneas de La balada de un perro solitario definen un poco más: «Después de leer el final más triste de una historia, no importa ahora qué historia, pero cuyo final era el más triste, salió precipitadamente a la calle...». De este modo, y también en sus diversos recursos formales, Alberto Tugues rechaza la historia -el soporte argumental de la misma- pero no la oralidad para narrar lo que acontece en esa dimensión desde la cual el absurdo del mundo se hace patente. Como el Mersault de Camus o los personajes de Beckett, los personajes de Tugues son seres extraños, excrescencias de la rutina y la alienación; seres tocados por un halo del misterio que ellos ignoran para no sentirse al margen de cualquier realidad, aunque eso suponga la más radical de las soledades [«Vivía solo. Con un pájaro amarillo. Comía, dormía solo, y no quería ver a nadie. Tampoco nadie le quería.» se lee en el arranque de Una vida breve] hasta que la incapacidad para comunicarse o comprender el entorno se les hace insoportable. Es así como algunos empiezan por despedirse una y otra vez, una y otra vez, se avergüenzan con antelación por la tristeza y el desorden del día de su muerte o viven más de un centenar de veces la misma historia, derramando su sangre en cada instante sin acabar de morirse nunca. Sin comprender ni ser comprendidos.

martes, 6 de mayo de 2008

Páginas del Cancionero, Ausiàs March


Durante mucho tiempo de mi vida de estudiante de literatura en Argentina tuve a Garcilaso de la Vega como el mayor de los poetas hispanos que inauguraron el Renacimiento siguiendo la estela de la tradición itálica de Dante y Petrarca. Sin embargo, ignoraba al verdadero artífice que había hecho posible un salto cualitativo tan importante en la historia de nuestra poesía lírica. Fue en ese momento que mi profesora de «literatura española» me hizo leer a Ausiàs March y todo se me hizo más claro y luminoso. March era el poeta que al modo de Dante utilizaba su propia lengua -el catalán en su caso- para romper no sólo con la hegemonía poética del occitano, sino para sentar las bases de una lírica dotada de una nueva musicalidad y de recursos expresivos más eficaces para conseguir un verso sin artificios ni ornamentos. Una poesía seca y despojada que alumbraba mi incipiente concepción de la escritura y mi preocupación por la economía y la síntesis.

El «descubrimiento» me llenó de un entusiasta deseo de leer a Ausiàs March en su ambiente y lengua originales. Cambié el obsesivo sueño de los poetas argentinos de visitar París, por el de pasar una temporada en Valencia, desde donde también me llamaba el fantasma de Joanot Martorell, cuya hermana, por cierto, fue la esposa de Ausiàs. Quiso la brutalidad militar, que en lugar de Valencia fuese a parar primero a París y después a Barcelona, pero no me olvidé de mi sueño. En 1978, Alfaguara publicó una edición bilingüe, con selección y traducción de Pere Gimferrer e introducción de Joaquim Molas que he mimado hasta que en 2004 Pre-textos dio a imprenta una edición bilingüe de Páginas del Cancionero a cargo de Constanzo Di Girolamo, autor asimismo de la introducción y de las notas, con la soberbia traducción al castellano del poeta José María Micó, quien bien sabe de mi devoción por Ausiàs March.

jueves, 3 de abril de 2008

George Steiner, Gramáticas de la creación


Con la sensibilidad y la lucidez de quien es realmente sabio, George Steiner trata en su Gramáticas de la creación (Siruela, 2001, trad. Andoni Alonso / Carmen Galán Rodríguez), sobre los impulsos y resonancias que sacuden el alma del artista en el momento de la [re] creación. Desde Dante y Cervantes hasta Paul Celan y W.H. Auden, y desde Goethe a Kafka, entre otros, son para Steiner referencias canónicas que permiten constatar la naturaleza de la creación artística y sus misteriosos mecanismos vinculados a la lengua, ese territorio donde es «arrojada nuestra existencia, nuestra conciencia del yo», como recurso para alcanzar la Verdad. Pero como en el «corazón de la forma se encuentra una tristeza, una huella de la pérdida», el artista busca trascender, dar un «paso más allá» del lenguaje «irreparablemente mancillado y vaciado por la inhumanidad política y la circulación del mercado de masas».

No sin dolor, George Steiner advierte del fracaso de la creatividad humana en su propósito más hondo, pues al estar «enraizada en el lenguaje, se resiste a un esclarecimiento desde su interior. No se puede saltar sobre su propia sombra. ¿Es posible hacerlo con la poesía?», se pregunta con ánimo de esperanza. Gramáticas de la creación es un libro cuya lectura recomiendo expresamente a quienes deseam iniciarse en la creación artística -poética, narrativa, plástica, etc.-. Este libro les enseñará a no confundir la meta primordial con el éxito; y a que, si bien «la palabra necesita alguien que la escuche», la función del creador es encontrar la luz.

domingo, 23 de marzo de 2008

LA CARRETERA

La carretera, de Cormac McCarthy (Círculo de Lectores, 2007, trad. Luis Murillo Fort), es una bella y desgarradora descripción de la soledad existencial. La vigorosa prosa de McCarthy, a pesar de ciertos ripios y arritmias sintácticas atribuibles a la traducción, sostiene de principio a fin la tensión de una narración que reduce el argumento a la ceniza misma que cubre el planeta por donde vagan los protagonistas.
La desesperada lucha por la supervivencia de un padre y su hijo camino a la esperanza da un paso más en el terrible absurdo de la existencia humana, como la prefiguraron Melville, Kafka y Musil, entre otros, aunque su estilo lo aproxime a Faulkner. Cormac McCarthy demuestra con talento hasta donde puede llegar la novela contemporánea sacudiéndose los cánones del realismo novocentista, a los que sigue atada la mayoría de los narradores actuales.

La carretera es una novela que, como Moby Dick, sitúa al ser humano ante las consecuencias devastadoras del mal, cuando el absurdo y la estupidez dominan su conducta. Quizás el único pero que me atrevería a señalar en esta obra maestra es su final. Acaso una concesión para su futura adaptación al cine, en cuyo guión ya trabaja el músico australiano Nick Cave.

lunes, 10 de marzo de 2008

DETRÁS DE LA BOCA

En Detrás de la boca (Siruela,2007), Menchu Gutiérrez convierte la boca en un personaje para connotar la palabra como un ente orgánico capaz de revelar la naturaleza primaria de la condición humana. El lenguaje oral aparece a través de su escritura como un eco de la carne que se pierde en la oscuridad. En la noche de esa boca cósmica, donde el silencio no es la ausencia del sonido, sino el monstruo que, en el laberinto de cuerdas vocales, engendra la palabra. Una palabra nada inocente, pues en su fugaz existencia, deja en el mundo la vida, pero también la huella de lo indecible. La sintaxis de la tortura, de la angustia que atribula y destruye el alma humana.

sábado, 1 de marzo de 2008

LA EXPERIENCIA ABISAL


La experiencia abisal, de José Ángel Valente (Galaxia Gutenberg, 2004), es una colección de ensayos literarios en los que el poeta reflexiona sobre la obra de quienes, como Zubiri, Miguel de Molinos, Celan. Jàbes, Vallejo o Motaigne, entre otros, se adentraron en el abismo original de la palabra. La sensibilidad y erudición de este hombre que cultivó una poesía existencial se pone de manifiesto en el modo de aproximarse a los otros; en el modo de adentrarse en el laberinto de ecos que se pierden. Quiero decir, en su disposición, para reconocer el territorio «de lo poético», donde «la palabra se libera y nos libera», pues la palabra esencial, dice, «nos llama hacia su interioridad, que está formada por el infinito depósito de la memoria y de los tiempos».

domingo, 24 de febrero de 2008

FANTOMAS CONTRA LOS VAMPIROS MULTINACIONALES


Hace unos días me mudé de estudio y en el traslado de la biblioteca salió a mi encuentro Fantomas contra los vampiros multinacionales, de Julio Cortázar (Excelsior, México, 1975). Releer es una aventura que evoca viejas emociones. En este caso, las del recuerdo de unos años «de plomo» y del compromiso político y artístico de un hombre generoso con su obra y solidario con sus semejantes; un hombre que, sin menoscabo de su producción principal, supo utilizar su talento con inteligencia e imaginación para denunciar a quienes atentan contra la paz y la dignidad de los seres humanos. Julio Cortázar, al igual que Fantomas, era un perseguidor de vampiros.

[Los derechos de este libro fueron donados por el autor al desaparecido Tribunal Russell]

jueves, 14 de febrero de 2008

La ruta de Occitania - Poesía reunida (1972-2006), José Luis Giménez-Frontín


Con un magnífico prólogo de Pilar Gómez Bedate, este libro de José Luis Giménez-Frontín (Igitur, 2006) es la reveladora progresión de un poeta que busca desde etapa temprana la claridad expositiva y la hondura espiritual. La música esencial de las palabras, en su constancia, consolida una obra singular estrechamente vinculada a su trayectoria vital. «El sentimiento místico de la materia» que alienta la poesía de Giménez-Frontín lo emparenta con una tradición poética que a duras penas se abre paso por la tierra contaminada de una realidad más sucia que real.

MI [RE]LECTURA DE LA SEMANA: Rashomon y otros cuentos

MI [RE]LECTURA DE LA SEMANA: Rashomon y otros cuentos

Rashomon y otros cuentos


«Rashomon y otros cuentos», de Ryunosuke Akutagawa (Miraguano Ediciones). Soberbia colección de relatos, uno de los cuales -En el bosquecillo- inspiró la célebre película «Rashomon» de Akira Kurosawa. Los personajes prefiguran la pasión y el pesimismo que embargaron la vida de un autor, cuyo suicidio en 1927 ejemplificó el fin de la llamada era Taisho, en Japón.