Reseña de Margarita Belandria publicada en El Corredor Mediterráneo 913, el 22 de julio de 2020 (In-Verso, Barcelona, 2017)
Como toda buena obra de arte, Romance de Melisenda, de Antonio Tello, es una novela que realmente seduce; su primera lectura constituye una incitación al gozo de releerla, toda entera o no, pues incluso cualquier página abierta al azar dispensa un exquisito deleite a los sentidos e imprime una nota de belleza en el espíritu.
Sobre un lienzo histórico del medioevo carolingio, el autor registra con tonos vibrantes una fascinante historia de amor y su tragedia, inspirándose en el popular romance del mismo nombre que recoge en El Quijote don Miguel de Cervantes. Pero esto es solamente eso, un mero punto de partida, porque Tello es dueño de su imaginación y su albedrío y vierte su fuerza poética en el joven narrador Alifonso, hijo del asesinado rey Fruela I de Asturias .
El hijo de un rey asesinado corre peligro. Alifonso se halla entonces protegido en un monasterio por los maestros Eterio y Beato, hasta que, aún no bien salido de la pubertad, sus mentores consideran que ya no habrá de estar seguro bajo su protección y lo mandan a Aquisgrán, capital del reino de los francos, al cuidado del maestro Angilberto de Céntula . “Él te enseñará —le dice Eterio— el arte de las palabras y la ciencia de los números y de las estrellas; él te enseñará a oír la música del universo y a sentir en tu alma la voz de Dios”. Sin embargo, ¿saben acaso sus mentores hacia qué oscuros abismos lo dirigen?
Nueve meses después llega a Aquisgrán, acompañado de Ahmed, el músico sarraceno que cautivará a la princesa Melisenda, baquiano del camino, a quien conoció Alifonso en una encrucijada del camino, recién pasando el puerto de Roncesvalle y cuyos destinos quedarán unidos para siempre.
Ahmed es maestro de la princesa Melisenda y un grupo de músicos cristianos. Algunos allegados al rey Carlos (quien llegaría a ser Carlomagno) no ven con buenos ojos la presencia del laudista sarraceno enseñando música en la corte, y consideran su presencia como una afrenta a la cristiandad. Pero esto es apenas un síntoma de la vasta telaraña de intrigas y tensiones bélicas entre musulmanes y cristianos por el dominio cultural del territorio europeo.
Melisenda —hija del rey Carlos con alguna de sus amantes— es bella, apasionada e impetuosa; sabe valerse de la espada con la destreza de un buen espadachín, como lo habría de demostrar con fiereza el día en que el rey, para aplacar los ánimos aquitanos que agitaban a su reino, dispuso su matrimonio con Guillermo (príncipe de Aquitania), y de cuyo estallido de furia sólo Ahmed la supo calmar. Este casamiento no es más que una componenda de la que Alifonso, Melisenda y Ahmed serán sus víctimas… “Un juego de poder del que no saldríamos indemnes”, dice el joven príncipe poeta y narrador Alifonso; palabras que resumen los trágicos acontecimientos.
En este Romance, de regia factura poética, Antonio Tello se muestra bastante menos desafiante que, por ejemplo, en De cómo llegó la nieve, que me parece aún más críptico y un perfecto desafío a la imaginación del lector, sin que por ello deje de ser una lectura inmensamente gratificante por lo bellamente escrito.