Hace unos días me mudé de estudio y en el traslado de la biblioteca salió a mi encuentro Fantomas contra los vampiros multinacionales, de Julio Cortázar (Excelsior, México, 1975). Releer es una aventura que evoca viejas emociones. En este caso, las del recuerdo de unos años «de plomo» y del compromiso político y artístico de un hombre generoso con su obra y solidario con sus semejantes; un hombre que, sin menoscabo de su producción principal, supo utilizar su talento con inteligencia e imaginación para denunciar a quienes atentan contra la paz y la dignidad de los seres humanos. Julio Cortázar, al igual que Fantomas, era un perseguidor de vampiros.
[Los derechos de este libro fueron donados por el autor al desaparecido Tribunal Russell]