Partiendo de la idea bíblica de que somos sujetos verbales y vivimos dentro del discurso, George Steiner reflexiona sobre la vida y la función del lenguaje en la historia de la civilización. Lenguaje y silencio (Gedisa, 2003. Trad. M. Ultorio, T. Fernández Auz y B. Eguibar) es una colección de ensayos, escritos en la década de los años sesenta del siglo pasado en su mayoría, que abordan con inteligencia desde distintos ángulos el largo proceso que ha conducido al lenguaje de pretender abarcar la totalidad de la experiencia y de la realidad del mundo hacia el siglo XVII hasta revelarse al límite de sus posibilidades ya a finales del siglo XIX.
Los devastadores efectos que la industrialización, la cultura de masas y la sociedad de consumo tienen sobre el lenguaje se traducen en su vulnerabilidad frente a los ataques corruptores del poder y en su simplificación léxica. Steiner afirma que la literatura contemporánea no ha salido indemne en la medida que gran parte de la producción literaria expresa una escandalosa mediocridad desde que, con una interesada estrechez de miras se adaptaron los recursos literarios del siglo XIX utilizando la simplificación léxica exigida por la masificación consagrándolo como canon de la modernidad.
Ante esta situación, los arduos esfuerzos por devolver la vida y la capacidad génesica a la palabra para salvar su cada vez más estrechas limitaciones para expresar la realidad parecen conducir irremediablemente el lenguaje al silencio. Así lo sugerían Adorno, cuando decía que después de Auswitchz no era posible escribir poesía, y Wittgenstein cuando afirmaba que más allá de la ciencia teníamos las alternativas de un decir sin sentido o el silencio.