En Detrás de la boca (Siruela,2007), Menchu Gutiérrez convierte la boca en un personaje para connotar la palabra como un ente orgánico capaz de revelar la naturaleza primaria de la condición humana. El lenguaje oral aparece a través de su escritura como un eco de la carne que se pierde en la oscuridad. En la noche de esa boca cósmica, donde el silencio no es la ausencia del sonido, sino el monstruo que, en el laberinto de cuerdas vocales, engendra la palabra. Una palabra nada inocente, pues en su fugaz existencia, deja en el mundo la vida, pero también la huella de lo indecible. La sintaxis de la tortura, de la angustia que atribula y destruye el alma humana.