lunes, 17 de noviembre de 2008

LOS AÑOS CONTADOS, José Luis Giménez-Frontín

Los años contados (Bruguera, 2008), de José Luis Giménez-Frontín no es una autobiografía, sino un libro de memorias. Partiendo de su experiencia personal, vital e intelectual, G-F recrea el paisaje de una ciudad y de una época descubriendo al lector los entresijos afectivos y odiosos por donde discurren las relaciones humanas. La apelación a la memoria personal, si bien sitúa al autor como eje del relato, no se revela como un ejercicio narcisista sino como indagación de un tiempo y un territorio que merecen ser narrados. Esta cuestión es lo que, entre otras cosas, justifica el título.
G-F sin eludir el testimonio de su participación, marca una distancia irónica con el personaje que lo representa, para, de este modo, contar unos años con pasión y hasta con ternura -especialmente lo relativo a su parentela-, pero sin mayores concesiones a otra cosa que no sea su verdad de los hechos narrados. Al establecer estas honestas reglas del juego, que quedan meridianamente claras desde el mismo titulo, G-F sienta las bases para una narración veraz de una hermosa crónica sentimental. Un soberbio fresco de la vida cultural de Barcelona.
Sin embargo, llama mucho la atención que muchos cronistas -salvo algunas honrosas excepciones como David Castillo o Miquel de Palol- hasta ahora no hayan dicho esta boca es mía. Conjeturo (atrevidamente) que el pretendido cosmopolitismo que se le atribuye a esta ciudad es sólo marketing turístico. Cultura de rambla, chata y provinciana que opta por el ninguneo o el menoscabo cuando no está segura de lo que se está diciendo. Quizás, porque en el fondo su elite cultural padece un complejo de inferioridad que le impide reconocer a las voces no institucionalizadas, un complejo que le hace volver su mirada al ombligo de las esencias patrias y no le deja proyectar su cultura y mucho menos proyectarse a sí misma más allá de la "nación".