El artista que reflexiona sobre el acto creador y, en el caso del poeta o narrador, sobre la escritura define para sí y para los demás su preocupación por conocer la mecánica celeste que rige su universo y la naturaleza de la materia con la que éste ha de construirse. En El síndrome de Falcón (Paradiso editores, 2008), Leonardo Valencia reúne una serie de ensayos, entrevistas y notas que suponen una toma de posición ante la lengua, la creación y la tradición literaria hispanoamericana.
A su condición de narrador, LV suma la de ensayista al dotar a sus piezas de análisis y observación de una tensión dramática que arrastra al lector como si fuesen relatos de ficción. En este sentido no es gratuito que el primer ensayo se titule Tribu errante y el punto de partida sea Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello, trayendo a colación un desencuentro de traducciones.
Tras sus atinadas observaciones acerca de un edificio literario hispanoamericano cuya vitalidad que trasciende todo intento de realismo se sostiene sobre fundamentos poéticos («...Se produce una pérdida se se entroniza a la novela como el eje de la literatura latinoamericana, deslindándola de sus provechosas relaciones -marcadas por la tradición- con el cuento, la poesía, el ensayo y el teatro»), LV atraviesa con su mirada las obras de los grandes creadores, desde Borges a Jabés, desde Lezama Lima a Agustín de la Cueva, para afrontar lo que denomina el síndrome de Falcón. Una tendencia circunstanciada por la historia y la política del continente que ha actuado como lastre de la creación y formado poderosas sectas entre poetas y narradores hispanoamericanos. El síndrome de Falcón es la carga -el peso de Anquises- que pesa sobre la literatura latinoamericana y que se define por esas obras surgidas del realismo socialista. Una corriente que malogró (y aún malogra) muchas obras por imponer el axioma según el cual la literatura es «para denunciar [la cursiva es mía] la realidad».