domingo, 9 de mayo de 2010

IDÉNTICO AL SER HUMANO, Kobo Abe


En Idéntico al ser humano (Candaya, 2010, trad. directa del japonés por Ryukichi Terao), Kobo Abe trasciende los particularismos de la tradición japonesa sin traicionar su esencialidad cultural y plantea a través de la ficción científica la soledad y la incomunicación que alienan al hombre en las modernas y mastodónticas urbes modernas.

Michel Revon, autor de una Antología de la literatura japonesa (Círculo de Lectores, 1999) finaliza su introducción invitando a que leamos sus páginas porque «los japoneses se muestran tal como son, con su corazón generoso y sensible, su espíritu fino y jovial, su carácter amigo de la naturaleza, de la elegancia social, de la erudición, de las artes, de todo aquello que puede fascinar a una raza muy civilizada, y se verá sin duda que, aunque difieren de nosotros en mil detalles secundarios, son representantes, sin embargo, del mismo género humano». Resulta irónicamente llamativo que Revon diga de los japoneses que son diferentes a «nosotros», supongo que se refiere a los blancos occidentales, y «representantes, sin embargo, del género humano». La tesitura de Kobo Abe, uno de los grandes maestros de la literatura japonesa del siglo XX, en Idéntico al ser humano parece una respuesta anticipada a las palabras de Michel Revon.
Tsurayuki, uno de los poetas integrantes de los Rokkasenn o «grupo de los seis genios» (Siglo IX), escribió: ¡No!, no reconcemos / ni siquiera al amigo; / sin embargo, en mi aldea natal, / las flores de otros tiempos / aún exhalan su perfume. La lectura de la novela Idéntico al ser humano de Kobo Abe supone entrar en el vértigo argumental que conduce hacia una duda laberíntica sobre la naturaleza del ser y su identidad original cuya única respuesta parece ser la locura. Todo comienza con el inminente descenso de un cohete terrestre sobre Marte que amenaza con poner fin a un programa radiofónico - «Hola marciano»- . Ese mismo día, un hombre que dice ser marciano se presenta ante el atribulado creador del programa y mediante una argumentación tan delirante como racional le abre la puerta a la duda. ¿Se trata de un terrestre loco con síndrome de marciano o de un marciano cuerdo que se hace pasar por terrestre? ¿Cómo saberlo si los marcianos, según argumenta, son idénticos al ser humano? El desenlace que propone Kobo Abe, en su línea de humor e ironía, es lógico y delirante.
El escritor japonés, que quizás se sintió como un marciano durante el tiempo que vivió en Mongolia, afronta así la brutal realidad de la incomunicación y la locura. Tema este último frecuente en la literatura japonesa y que condujo al suicidio a Ryunosuke Akutagawa, uno de sus maestros e introductores junto a Junichiro Tanizaki y otros de la literatura occidental en la represora era Taisho, que comenzó en 1912. Como para sus maestros, para Kobo Abe la palabra representa las cosas y los hechos desde distintos ángulos, facetas y contradicciones y permite multiplicidad de lecturas e interpretaciones.  Sobre este principio, la lectura de Idéntico al ser humano nos transporta a velocidad de vértigo por una inquietante cinta de Moebius.
Sobre esta edición, cabe destacar la iniciativa de la editorial Candaya no sólo de abrir una puerta a la moderna narrativa japonesa, sino de introducirla traduciéndola directamente de su idioma original. Para este cometido ha contado con la valiosa colaboración de Ryukichi Terao, quien durante años residió en América Latina familiarizándose con la lengua castellana y que ahora ha traducido con gran sensibilidad esta obra de Kobo Abe, como antes tradujo otras de Ryunosurke Akutagawa y Junichiro Tanizaki.