En Cuatro dublineses (Tusquets Editores, 1990, trad. Antonio Prometeo-Moya), el crítico Richard Ellmann, el primer estadounidense en acceder a una cátedra de literatura inglesa en la Universidad de Oxford, revela las «conexiones dublinesas» entre cuatro grandes genios que revolucionaron la literatura del siglo XX. Oscar Wilde, W.B. Yeats, James Joyce y Samuel Beckett son retratados aquí a través de aspectos poco conocidos de sus vidas y aparentemente poco relevantes, pero que constituyen verdaderas cargas de profundidad en el marco de una sociedad represora. En particular, la religión, tanto católica como protestante, actúa como agente inhibidor contra el cual los cuatro luchan desde distintas posiciones, pero armados con la eficaz arma del lenguaje. La idea del pecado que contamina de sombras las opciones o los gustos sexuales de los cuatro sin resolver o acaso radicalizando la soledad existencial que los embarga y que se traduce en las formas y contenidos de sus obras. Soledad y desazón que bien expresa Yeats cuando escribe Una asquerosa cabeza cabruna y un brazo bárbaro aparecen, / vientre, espalda, culo, /veloces como peces; ninfas y sátiros / copulan en la espuma.