Milan Kundera pertenece al linaje de escritores comprometidos con su oficio -«el arte de la novela», le llama él-, lo cual supone, en su caso, asumir y proyectar la tradición cultural europea en todas sus manifestaciones. Un encuentro (Tusquets Editores, 2009; trad. Beatriz de Moura) es un ensayo que complementa sus ensayos mayores -El arte de la novela, Los testamentos traicionados, El telón- y como complemento de su visión de la cultura y su concepción del arte de novelar hay que leerlo. Aunque la nota destacada en portada de Alain Finkielkraut diga que es «un ensayo deslumbrante, escrito con la misma aleación de emoción y reflexión que las grandes novelas de Kundera», lo cierto es que carece de la energía y originalidad de los otros. Pero aun así, hay momentos brillantes y frases precisas que dan a algunos de los siete ensayos un notable realce. Pienso en este sentido en los textos dedicados a Francis Bacon, Janacek, Curzio Malaparte y Anatole France en los que el lector aprecia su inteligencia artística y también su posición ética ante la historia. Allí están las listas negras como perversos ejemplos de la intolerancia intelectual o política o simplemente de la estupidez social alimentada por el sistema, cualquiera sea su orden ideológico.