Víctor Escudero, en el prólogo de El mal de Q., Cuentos reunidos 1968-2009, (Candaya, 2009), de Antonio Tello, dice del libro y del autor lo siguiente:
«Los relatos que Antonio Tello recoge en el presente volumen participan de una búsqueda que supera los límites de la palabra narrativa con la que son enunciados, y se encaminan hacia el horizonte de lo expresable. Una búsqueda que se transfigura en exploración de aquello que el ser humano alcanza a decir de sí mismo y del núcleo esencial de su existencia, despojado de todos los aderezos y afeites adjetivales, abandonado a lo sustantivo. El individuo frente a su propia expresión, ese es el compromiso -de ascendencia épica- que destila la escritura de Tello y el centro alrededor del cual giran las variaciones que pueden rastrearse en sus relatos a través de la ordenación cronológica propuesta en esta edición [...].
Cada individuo (para Tello) debe cumplir con un destino que le otorga coherencia al camino recorrido, pero esto no le permite sustraerse al conflicto que supone ignorar desde dónde interpretar su presente. Los relatos de Tello buscan modos de ritualizar la realidad a través de la recuperar de una palabra fundadora, y los personajes tratar de encajarse en una parcela temporal que los trasciende a la vez que los confirma. Sin embargo, los momentos en que se atisba un sentido son siempre críticos, agónicos y pasajes; llevan en sí mismos la simiente de su propia repetición a la par que arrastran una apertura que impide una lectura definitiva. Ese doble camino, esa doble legitimidad, colisiona en un conflicto irresolutble que expone en la palabra el sentir trágico del individuo. [...] La tragedia de Q. entonces, habrá consistido en asistir a un momento epifánico que provocará la descomposición de su identidad.»