Albert Einsten es a la ciencia lo que Pablo Picasso al arte plástico. Ambos constituyen en sus respectivas disciplinas verdaderos iconos culturales del siglo XX. En Einstein. Su vida y su universo (Debate, 2008. Trad. Francisco Ramos), Walter Isaacson traza un soberbio retrato del científico. El vigor de su prosa y la fluidez estilística superan una defectuosa e improlija edición y logran transmitir al lector la rica personalidad de uno de los mayores genios de la historia. El Einstein que se nos descubre aquí es un personaje cuya humanidad, no exenta de sombras, está en el origen de sus portentosos logros científicos.
Esto explica que sus ideas que revolucionaron nuestra forma de observar la realidad y concebir el universo lograran, a pesar de su radical complejidad, un impacto sin precedentes en el imaginario colectivo propiciando una popularidad comparable a la de una actual estrella de rock.
La biografía nos aproxima a un Einsten humano, comprometido con sus ideales pacifistas y sus reparos al uso indebido de sus teorías, como lo fue la concepción y desarrollo de la bomba atómica. Al mismo tiempo, Isaacson explica con sencillez y eficacia y sin desdeñar el rigor científico las complejas teorías físicas haciéndolas comprensibles al gran público. Sin duda, para mí, la lectura de esta biografía me ha iluminado aspectos fundamentales del universo cósmico, pero también de las estructuras básicas de la escritura que rigen el universo literario.