«De estas reflexiones no espero ningún resultado pedagógico», afirma Ernst Jünger en El autor y la escritura (Gedisa Editorial, 2003- Trad. Ramón Alcalde). Sin embargo, la propuesta de los apuntes que recogen dichas reflexiones como autor llevan implícita una intención de enseñanza para aquellos que se han reconocido o que se reconocen en el oficio de escritor. Él mismo parece reconocer esta intencionalidad, aunque marcando distancias con la figura del maestro que ofrece consejos, cuando afirma que «las experiencias son mejores que las advertencias».
En este sentido, las notas de Jünger devienen inventario de experiencias útiles para los jóvenes autores que, apenas sienten el llamado de las musas, han de enfrentarse a una elección básica que marcará el resto de su vida entre seguirlas o seguir el orden de la familia, el deber y el empleo, que asegure su bienestar.
Asimismo, para Jünger, el autor literario -el artista- ha de ser consciente de su condición especial en el marco social y que la misma naturaleza de su condición lo enfrenta «con las instituciones más fácilmente que al ciudadano normal». Y en este enfrentamiento entran en juego las opiniones y las concepciones estéticas siempre conservadoras de toda sociedad. De aquí que la sensibilidad y la honestidad, la entereza y la capacidad de sacrificio sean cualidades básicas de todo escritor. «Los pasajes fallidos de un autor y las hostilidades de sus contemporáneos se pegotean juntos como un collage», dice Jünger.
Aun con ripios y contradicciones, y con algunos puntos de vistas discutibles, la lectura de este libro es interesante y, en mi caso, me abrió nuevos caminos de reflexión sobre el acto de crear y el oficio.