Algunos críticos han señalado a Alan Furst como un brillante sucesor de John Le Carré e incluso de Graham Green. No es así. En El corresponsal (Seix Barral, 2006. Trad. Diego Friera y Mª José Díez) se revela como un narrador eficaz, pero sin la «perversa» intuición de Le Carré para la intriga y tampoco con la agudeza visual de Green para perfilar los personajes, cuyas conductas y actos sustentan en su complejidad el llamado factor humano.
Salvando la exageración de cierta crítica, Alan Furst es un escritor correcto e inteligente que narra con sencillez una trama igualmente sencilla, en la que un periodista italiano antifascista refugiado en París es reclutado por los servicios secretos británicos. Como trasfondo de la historia la guerra civil española y los prolegómenos de la Segunda Mundial, escenificada por el ascenso del nazismo en Alemania, y como motor de la acción, la redacción de un libro sobre un anarquista italiano, el desesperado intento de sus compatriotas antifascistas de socavar el régimen musoliniano editando un pasquín y, por supuesto, los amores con una aristócrata alemana antinazi. El argumento está bien trabado y la lectura discurre sin tropiezos.