lunes, 17 de septiembre de 2012

HOBO, Juan Vico






Juan Vico, como otros jóvenes escritores españoles, reivindica la nouvelle como género significativo de la narrativa. Su Hobo (La Isla de Siltolá, 2012) ejemplifica con autoridad su creencia al dar contenido en apenas un centenar de páginas a la biografía de un músico vagabundo, un hobo, que transita por el paisaje  estadounidense de la gran depresión de los años treinta del siglo XX.

Hobo se define como nouvelle no sólo por la brevedad de la narración sino también por el pequeño formato elegido por la editorial para presentarla como un modo de reafirmación de la tesis defendida por el autor. El hecho de que Juan Vico haya elegido narrar la vida de Bob Skinny Lunceford en pocas páginas no debe tomarse como un capricho sino como una afirmación poética. Una afirmación que, consciente o no, clarifica la vieja confusión que ha acabado separando la poesía y la narrativa, según la cual ésta cuenta y aquella emociona. Una confusión que alimenta la idea de la poesía como vehículo de los sentimientos y la narrativa como recurso expresivo de la realidad.
Independientemente del mayor o menor interés que pueda despertar en el lector la experiencia vital de un músico en un marco histórico determinado, lo importante de Hobo es que sitúa en la modernidad un viejo asunto literario que afecta a la escritura, a los géneros y a la razón de ser de los mismos. La lectura de los libros fundacionales -La Ilíada, La Odisea, la Biblia, etc.- no revelan la música con que fueron dichos, contados, por los poetas que los repetían ni tampoco muchos de los sentidos de las palabras originales. Apenas si son esqueletos de lo que fueron y, sin embargo, cuando se los lee en las lenguas modernas, llega hasta el lector esa poderosa pulsión que los creó. Este latido original es la indestructible alianza entre la música y la palabra que permite a la voz narrante sobrevivir a la devastación del tiempo.
Los poetas -y Juan Vico lo es- saben de esta alianza y tratan de revitalizarla en un contexto vulgarizado por una prosa átona, para devolver a la narrativa las características de su verdadera naturaleza, es decir, la intensidad, la esencialidad y la originalidad de aquello que se cuenta. Es así cómo la lectura de las peripecias vitales de este hobo es capaz de trasmitir, tanto como lo hicieron las canciones de  Woody Goothrie o Pete Seeger  o las novelas de John Steinbeck o John Dos Passos, el drama particular y el paisaje social donde tuvo lugar. Si Hobo resulta verosímil y vital es porque el lector lee oyendo la música/historia de Skinny y como éste se deja «llevar por el canto de guerra» para acabar fascinado viendo «un viejo sin dientes, sentado en el porche de su chabola, que toca una guitarra aún más vieja y castigada mientras entona con insistencia una misma frases  cuyo significado se le escapa por completo».
Sin duda, la historia de Hobo podría haber dado lugar a una novela larga entretenida y plagada de aventuras, pero Juan Vico prefirió condensar en pocas páginas lo esencialmente perdurable que justifica el contenido de toda narración. De todo poema.

Entrevista realizada por Iván Humanes.