miércoles, 8 de julio de 2009

LIBRO DEL RETORNO, Carmen Borja

Hay poetas que, desde el primer verso nos sitúan en los más alto de la torre. De esa torre que es un instante epifánico que preludia su abolición, como diría el príncipe aquitano de Gerard de Nerval. Carmen Borja se halla entre estos poetas singulares por su radical sensibilidad y, sobre todo, por su honestidad. Libro del retorno (Lumen, 2007) nos enfrenta al gozo y a los límites de la vida a partir de ese primer verso, siempre volvemos a la casa del padre, que luego se repite como una letanía, como una desesperada oración/constatación, al final de cada poema. Poemas que parecen concebidos como las cuentas de ese «collar de la paloma» que Ibn Hazn de Córdoba imaginó como signo del amor y que, según Borja, no es hijo de un instante si no del portentoso impulso que lleva al ser camino de regreso a casa.
Ese eterno retorno pitagórico por el que siempre volvemos a la casa del padre es asimismo camino de conocimiento, de descubrimiento de las cosas del mundo y del espíritu por el que constatamos que hay belleza en comprender la destrucción / y no temer la muerte y que el fracaso y la esperanza son opuestos simultáneos, dado que aprender es entender. De aquí, viene a decirnos Carmen Borja, que la vivencia del poema es la vivencia del mundo, ese territorio donde hasta el llanto por lo perdido también puede convertirse en gratitud por lo vivido y desde donde el inevitable retorno encuentra su sentido.

jueves, 18 de junio de 2009

ÁNFORAS, Goya Gutiérrez

No hay palacio cabaña o rascacielos / donde albergar la huida / Regresamos o huimos hacia dentro escribe Goya Gutiérrez (Ánforas, Devenir, 2009). El concepto, el trazo y la expresión de estos versos definen una poética sustentada en una celebración de la vida entendida ésta como un don fugaz. Una suerte de atributo del que no es ajena la muerte, esa «novia anoréxica» ante la cual el lamento es una aceptación de la derrota. G.G. sostiene su poesía, cuya sustancia es la belleza, en este principio y en la radical sensibilidad que suele dar la experiencia del dolor, cuando se considera ésta -la experiencia del dolor- un abuso de poder de la naturaleza al que sólo cabe responder con la rebeldía del ser, del querer ser. La certeza más cierta / es una novia anoréxica / de vestido de cola cubriendo su esqueleto // La verdad en cambio brota cuando esa mano / puede arrancar de la nubes / la belleza / Aunque a veces se muestre / como un ángel hiriéndolas / teñidas de un rojo helio-exiliado, escribe G.G. reivindicando la nobleza del espíritu que alienta la poesía que, en este caso, también es decir la vida.
Pero si bien este es el eje central de Ánforas, la economía y la precisión léxica y sintáctica que articulan sus versos abren un rico campo semántico que el lector percibe como un sustrato, como un pálpito, podríamos decir misterioso, de múltiples connotaciones significativas y emocionales que obran como un valor añadido propio de todo aquello que surge de la sinceridad del poeta.

jueves, 28 de mayo de 2009

LA ÚLTIMA PALABRA, Ana Rodríguez de la Robla

Cuenta una leyenda que al morir Beda uno de sus discípulos empezó a escribir su epitafio: Hac sunt fossa Bedae...ossa, pero que, agotado por el inútil esfuerzo de hallar el final adecuado, se durmió. A la mañana siguiente, cuando despertó, el monje vio con asombro que alguien, acaso un ángel, había escrito venerabilis. En el epitafio el adjetivo se unió al nombre y así es como aquel espíritu del siglo VII, que Dante reconoció formando una corona brillante (Paraíso, X), ha atravesado los siglos para que lo conozcamos como Beda, el Venerable.
Ana Rodríguez de la Robla, poeta, filóloga e historiadora española, ha oficiado de antóloga, traductora y editora de La última palabra (Icaria, 2009), un libro que reúne «los últimos poemas -las últimas palabras- con que un puñado de hombres y mujeres que existieron quisieron se recordados y revivificados», como ella afirma en el prólogo.
La palabra, la palabra escrita, se reivindica como último recurso contra el olvido, para quienes han emigrado hacia ese «lugar donde acaba la muerte», como escribió Nezahualcoyotl, poeta, filósofo y soberano de los aztecas. A través de la palabra labrada en la piedra y desde «el firme apretón de la tierra», el difunto apela al diálogo con los vivos -viajeros, caminantes, paseantes casuales- a quienes se dirige en sucintos versos para informar de lo que fue -Aquí estoy enterrada, sierva minúscula. / Me entregué con seriedad a mi deber / de trabajar la lana...-, de la causa que lo arrojó a la tumba - Por seguro ten que aquí me encuentro / -nunca el valor se deja amedrentar- /por vengar a mi hijo, que está muerto-, de los errores cometidos, de la satisfacción de haber vivido o bien, con socarrón humor o ironía, para invitar al ocasional interlocutor a visitar su morada -Escucha caminante, si quieres ven adentro / hay aquí una tabla en bronce que todo lo explica- o simplemente a que no la ensucie -Viajero, en esta tumba no te orines.
Con La última palabra De la Robla nos acerca desde el latín una selección de sesenta epitafios en versos recogidos en la voluminosa Carmina Latina Epigraphica, realizada por Franz Bücheler entre 1895 y 1897 y continuada por Ernst Lommatzsch, según ella misma informa en el prólogo. Es un trabajo serio y riguroso que nos revela el postrer intento humano de resistir la erosión del tiempo, el caer en el olvido, inscribiendo su nombre y, en pocas líneas, lo que su vida tuvo, a su juicio (o de sus deudos), de recordable, para hacer que lo perecedero y la eternidad comulguen en la renovada memoria de los vivos.

viernes, 22 de mayo de 2009

LA PARÁBOLA DE LOS PÁJAROS CANTORES, Mario Satz


La personalidad y la obra de Mario Satz conforman un permanente cuestionamiento de las fronteras geográficas, políticas y, en el terreno literario, de los géneros. Su cultura se ramifica abriendo particulares caminos al saber como lo hacían los humanistas del Renacimiento. Como a éstos, a él el saber científico no le es indiferente, ni el de la cábala, de la que es uno de los más importantes especialistas, y tampoco el arte plástico, en particular la acuarela, suerte que ejecuta con la delicadeza de los chinos, como se aprecia en las ilustraciones que firma en La parábola de los pájaros cantores (Miraguano Ediciones, 2008).
En este hermoso libro, como ya lo indica su título, los pájaros son los protagonistas de una delicada metáfora de la vida y el alma humanas, en lo que éstas tienen de destello del Universo. Con el tono envolvente de los viejos contadores de cuentos y la evocación prosódica en cada una de las fábulas de las narraciones orientales, cuyo ejemplo más significativo para los occidentales acaso sea la vasta Mil y una noches, Mario Satz enfrenta al lector ante verdades tan sencillas como esenciales.
Todas las fábulas contienen una enseñanza presente en la tradición de los cinco continente, pero tal vez la que mejor define el espíritu de este libro dulcemente poético es la LXI, que narra la historia del miná de Java comprado por un amaestrador de pájaros indio, quien le enseña a hablar. Krishniki, que así es bautizada el ave, en su «prodigiosa mente de pájaro archivaba incluso las medias palabras o los más débiles sonidos que se producían a su lado, ignoraba qué cosa sea el olvido». Tras una larga vida y las peripecias que hacen al relato, antes de morir el misná cantó: «Dulce como la miel es esta tierra para todos los seres. Dulce como la miel son todos los seres para esta tierra.»

martes, 28 de abril de 2009

LAS CUATRO MUERTES DE NORA DALMASSO, Hernán Vaca Narvaja

Nora Dalmasso, una bella mujer de cincuenta años, fue en 2006 víctima de un brutal asesinato en Río Cuarto, la segunda ciudad de la provincia argentina de Córdoba. El crimen, rodeado de elementos morbosos y las sospechas de tramas de intereses económicos y políticos, provocó un extraordinario ruido mediático que trascendió la fronteras del país. En Las cuatro muertes de Nora Dalmasso (Ediciones del Boulevard, 2008), el periodista Hernán Vaca Narvaja realiza una verdadera autopsia social de la provinciana ciudad, en particular de su seudo aristocracia, a través de un detallado trabajo de investigación periodística. La lógica del relato, apenas entorpecida por algunos capítulos novelescos, se desarrolla con precisión y claridad para abrir ante el lector las cloacas por donde discurren las aguas sépticas del glamour local.
Vaca Narvaja, manejando una copiosa información, pone de manifiesto no sólo los pormenores del crimen sino también las miserias de una sociedad bovina en la que pocos son trigo limpio. En este contexto, el asesinato de Nora Dalmasso aparece como un eslabón perdido de una cadena sujeta al pasado de muchos que se enriquecieron con el latrocinio de la dictadura militar y que siguen vinculados al poder político y a los negocios espúreos. Vaca Narvaja no da respiro y saca los trapos sucios y la pervivencia de gestos nacidos y naturalizados por la impunidad, desde la escandalosa ineptitud y corrupción de una policía y de una justicia tan serviles con los poderosos como rigurosas con los humildes, la ambición y la irresponsabilidad de los abogados, la insensibilidad del viudo y de sus hijos, el amarillismo de la prensa hasta la hipocresía y los prejuicios de una sociedad que consagra a los mediocres y a los pícaros como referencias de conducta. En definitiva, que el libro, que bien podría titularse anatomía de un crimen/radiografía de un país, parece llevar implícito el mensaje de que con tales mimbres es imposible crear un Estado con instituciones sanas.

sábado, 18 de abril de 2009

MEMORIA ERRANTE, Cristina Falcón Maldonado


Sólo cuando la experiencia del poeta trasciende los límites de su biografía el poema revela su verdad y encuentra la forma y la identidad en las almas de aquellos que se acercan a él. La poeta venezolana Cristina Falcón Maldonado lo sabe y sus versos desnudados de cualquier artificio logran conformar un poema conmovedor que ha titulado Memoria errante (Candaya, 2009). El profesor Diómedes Cordero afirma que este libro es «una experiencia de lugar» y tiene razón, porque Falcón Maldonado ya enuncia desde su mismo título su intención de situarse en un tiempo y un espacio que el desarraigo hace casi imposible. La memoria no es sino el desesperado intento de detener el transcurrir del tiempo y fijar las visiones del instante en un paisaje que, a pesar de todo, sigue desvaneciéndose.

Emigramos / torpes aves / las más rezagadas / las sin bitácora. // De haberlo sabido / no habríamos cambiado por nada del mundo / esta tierra / ese barro bajo nuestros pies, escribe la poeta notariando la desorientación y la nostálgica perplejidad, acaso atisbo de arrepentimiento por una decisión que, al fin y al cabo, no es personal ni individual ni voluntaria, aunque pudiera parecerlo, como se infiere de ese «de haberlo sabido».

Hay otro detalle y no menor que hace de la lectura de este libro algo conmovedor y es la armonía y la musicalidad de sus versos que confieren un delicado equilibrio a esta voz poética que se acerca a la esencialidad, a la extrema desnudez, sin perder la tensión emocional, la carnadura humana de la experiencia, como bien lo ejemplifican estos versos: La inocencia se fue quedando / sin razones / sin abrigo /cuando empezó a estremecernos / la certidumbre /de que nada coincidía / con lo imaginado.

domingo, 12 de abril de 2009

EL CONTRATO SOCIAL, Jean Jacques Rousseau


Jean Jacques Rousseau (1712-1778), un hijo de la Ilustración y precursor del Romanticismo, tuvo una relación conflictiva con sus contemporáneos. No obstante, el filósofo suizo configuró una de las obras más importante del derecho político moderno. El contrato social (Altaya, 1993, trad. José María Valverde) desde su mismo título da nombre a una noción fundamental a la que ya se habían acercado pensadores como Hobbes o Locke, pero a la que él aporta sus rasgos definitivos. Aquellos pensadores consideraban que el ser humano puede reducirse a su instinto de conservación y, consecuentemente, vivir en permanente pugna con sus semejantes. De este modo, dado que el orden natural carece de reglas que garanticen la supervivencia se hace necesario crear un orden artificial. La sociedad civil surge entonces como un espacio que, si bien recorta la libertad del individuo, garantiza la convivencia pacífica.
Rousseau no consideraba el ser humano malo por naturaleza, sino «un buen salvaje», bueno por naturaleza e imbuido de los sentimientos de amor y piedad, que la sociedad corrompe. El contrato social supone el paso del estado de naturaleza al estado civil. Este paso «produce en el hombre –afirma Rousseau en el Cap. VIII- un cambio muy importante, al sustituir en su conducta la justicia al instinto, y al dar a sus acciones la moralidad que les faltaba antes. Es entonces solamente cuando la voz del deber reemplaza al impulso físico, y el derecho, al apetito, y el hombre, que hasta ese momento no se había preocupado más que de sí mismo, se ve obligado a actuar conforme a otros principios, y a consultar a su razón en vez e seguir sus inclinaciones. Aunque en esa situación se ve privado de muchas ventajas que le proporcionaba la naturaleza, alcanza otras tan grandes, al ejercerse y extenderse sus facultades, al ampliarse sus ideas, al ennoblecerse sus sentimientos, al elevarse su alma entera, que, si los abusos de esta condición no le colocasen con frecuencia por debajo de la que tenía antes, debería bendecir sin cesar el feliz instante que le arrancó para siempre de aquélla, y que, de un animal estúpido y limitado, hizo un ser inteligente y un hombre».
Quizás, ante la deriva que lleva la sociedad globalizada, la lectura o relectura de este libro puede inspirar a los individuos nuevos términos contractuales con el Estado y quienes han de asumir la responsabilidad de proteger y salvaguardar al ser humano de sus propios instintos salvajes.

viernes, 3 de abril de 2009

EL INVITADO TIGRE, P'u Sung-Ling

Esta es una magnífica muestra de la ficción fantástica en la tradición china. La selección pertenece a La Biblioteca de Babel, una colección de lecturas fantásticas dirigida por Jorge Luis Borges, que Ediciones Siruela publicó en 1985. La traducción de los primeros catorce cuentos, pertenecientes a P'u Sung-Ling, es de Isabel Cardona, quien los tomó de una antología inglesa publicada en 1880, y la de los dos últimos, sacados de la vasta novela Sueño del aposento rojo o Hung Lou Meng, a Borges.
Los cuentos de P'u Sung-Ling, de quien apenas se sabe que se dedicó a escribir después de haber fracasado en sus exámenes para convertirse en letrado, dibujan el extraordinario mapa del imaginario chino, donde los magos y las brujas, los espíritus de los antepasados, los demonios, los dioses y los hombres transitan con pasmosa naturalidad por ese complejo laberinto que es el mundo. No en vano Borges escribe en el prólogo que «en el primer momento, el texto corre el albur de parecer ingenuo; luego sentimos el evidente humor y la sátira y la poderosa imaginación que con elementos comunes - un estudiante prepara su examen, una merienda en una colina, un imprudente que se embriaga- trama, sin esfuerzo visible, un orbe tan inestable como el agua y tan cambiante y prodigioso como las nubes. El reino de los sueños o mejor aún, el de las galerías y laberintos de la pesadillas. Los muertos vuelven a la vida, el desconocido que nos visita no tarda en ser un tigre, la niña evidentemente adorable es una piel sobre un demonio de rostro verde. Una escalera se pierde en el firmamento; otra, se hunde en un pozo, que es habitación de verdugos, de magistrados infernales y de maestros». Es un mero dato informativo que eligiera y recreara uno de estos cuentos -La piel pintada- para incluirlo en El gran libro de las brujas (Parramón, 2009).

martes, 24 de marzo de 2009

POESÍA COMPLETA, Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik (1936-1972) es acaso la mayor poeta argentina del siglo XX. Su Poesía completa (Editorial Lumen, 2001. Edición a cargo de Ana Becciú), despliega ante nosotros una obra tan potente como desgarradora. He desplegado mi orfandad / sobre la mesa, como un mapa. /Dibujé mi itinerario / hacia mi lugar al viento. / Los que llegan no me encuentran. Los que espero no existen, escribió como si pretendiese fijar las pautas básicas de una poética señalada por su propia vida. Sin embargo, como bien afirma César Aira en la biografía que le dedicó, Pizarnik supo forjarse un personaje que se acomodó progresivamente a la intensidad de su poesía hasta que finalmente ésta la devoró. De aquí el equívoco, cuando se la lee, de identificar su obra con su vida y la inestabilidad y fragilidad psíquicas que la condujeron al suicidio. Escribes poemas / porque necesitas / un lugar / en donde sea lo que no es, escribió en uno de esos poemas no recogidos en ningún libro. Es decir, encontrar esa existencia en la que pudiera reconocerse y acabar con su incomodidad existencial: Quiero existir más allá de mí misma; con los aparecidos. / Quiero existir como lo que soy: una idea fija. Quiero ladrar, alabar el silencio del espacio al que se nace. Y de tanto intentarlo logró, con una sobredosis de somníferos, decir adiós sujeto y objeto, y hundirse en la noche abismal de su propia poesía.

martes, 17 de marzo de 2009

BLADE RUNNER


La visión de Blade Runner, de Ridley Scott, supuso un gran impacto. No era, como reconoce su director en la entrevista reproducida en el libro del mismo título (Tusquets, 1988), una película de ciencia-ficción, sino «cine contemporáneo». Un cine que refelxiona sobre la condición humana en el estremecedor escenario de un futuro que empieza a perfilarse en el horizonte de una civilización que ha fracasado como tal. «Esquilo fue un hombre sabio. Puso a Prometeo en los confines del mundo para que protegiera la loca carrera de los hombres en pos de sus "ciegas esperanzas", afirma Rafael Argullol en su artículo inicial. De este modo, empieza un recorrido literario que continúan Guillermo Cabrera Infante, Alberto Cardín, Vicente Molina Foix, Fernando Savater, José Luis Guarner, Eduardo Úrculo y los diseñadores Antonio Miró y Juli Capella & Quim Larrea, epilogado por un poema mío.
Con el tiempo, las reflexiones aquí recogidas confirman la sensación de que la película tiene las trazas de un clásico, porque su director supo ver y darle proyección al librito de Philip K. Dick, «Acaso los androides no sueñan con ovejas eléctricas?». Volver a ver la película y leer este libro tienen la virtud de resituarnos en la realidad y comprender las contradicciones primarias del ser humano -o de sus réplicas- que lo enfrentan a la razón de su propia existencia y de su extranjeridad en el mundo.